11 June, 2020Mientras el mundo se manifiesta en el medio de una pandemia en torno al movimiento black lives matter (“las vidas de los negros importan”), los sindicatos se solidarizan en el reclamo de justicia, responsabilidad y reforma en Estados Unidos y también en todo el mundo.
No cabe duda de que el racismo sistémico existe y está tan profundamente integrado en nuestras sociedades que se ha vuelto fácil de ignorar, especialmente si no nos afecta directamente.
Mientras reflexionamos sobre este reclamo mundial que ha sacado nuevamente a la luz la injusticia racial, también es tiempo de que reflexionemos como sindicalistas. Necesitamos mirar hacia adentro de nuestro propio sistema y estructuras y poner una mirada crítica sobre nosotros mismos si queremos ser parte de la solución.
Esta crisis es una oportunidad que podemos elegir aprovechar o ignorar. La lucha por la justicia, la responsabilidad y la reforma no es nueva para nosotros: hemos luchado durante cientos de años y sabemos cómo hacerlo. Pero esta lucha debe comenzar desde adentro, debemos cuestionarnos y asegurarnos de que no perpetuamos la desigualdad que afecta injustamente a las minorías dentro de nuestro movimiento.
También hemos visto la falta de consideración por las vidas de los negros y las personas racializadas a través de las muertes injustificadas y el abuso por parte de las fuerzas del orden, no solo en EE. UU. sino alrededor del mundo.
La falta de consideración por las vidas de los negros no solo se evidencia a través de las muertes violentas por parte de policías sino a través de la injusticia económica: las políticas económicas que de diversas maneras continúan perpetuando la pobreza y la violencia en las comunidades negras y de personas racializadas.
La crisis de la COVID-19 ha puesto en cuestión el valor de los trabajadores y cómo los trabajos esenciales y peligrosos son frecuentemente los peor remunerados. Viendo esto de cerca, es evidente que estos trabajos mal remunerados son realizados de manera desproporcional por personas de color, minorías y trabajadores migrantes, que han sido los más impactados por esta pandemia.
La belleza de la lucha de black lives matter es que es mucho más inclusiva de lo que podemos pensar. Las personas de color, las mujeres y los jóvenes se encuentran al frente de esta lucha y son parte de nuestras filas. Si nosotros, como sindicalistas, no nos tornamos más críticos con nosotros mismos, no seremos relevantes para ellos.
Esta generación de jóvenes ha demostrado comprender la importancia de la unidad y lo poderosa que puede ser. Se sienten empoderados y entienden que pueden hacer que se escuchen sus voces. Conocemos la unidad y sabemos lo fuerte que nos hace, lo hemos vivido.
Somos una amenaza directa al racismo.
Como sindicatos, tenemos la responsabilidad de luchar por la justicia racial y económica con todo nuestro poder. No solo por fuera sino también por dentro de nosotros. Ahora debemos hacer el incómodo pero necesario trabajo de luchar contra el racismo sistémico, sin importar dónde esté sucediendo, porque sabemos que también apunta a dividir a los trabajadores.
Es tiempo de que el movimiento mundial de los trabajadores se una y desafíe al racismo en todo el mundo.