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Los sindicatos hacen el trabajo más seguro: hoy, 28 de abril, y todos los días

27 abril, 2010

Hoy es el Día Internacional de Conmemoración de los Trabajadores Muertos y Lesionados. Es el día en que los sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, y ONG de todas partes del mundo recuerdan a los que han fallecido a consecuencia de accidentes o enfermedades causados en el lugar de trabajo, y se comprometen a seguir siempre la lucha para procurar lugares de trabajo seguros, sanos, y sin peligro.

Para hoy, 28 de abril, que se conoce simplemente como “Día de Conmemoración de los Trabajadores”, la Confederación Sindical Internacional (CSI), junto con las centrales nacionales y las federaciones sindicales internacionales, han elegido el tema “Los sindicatos hacen el trabajo más seguro”. Esto corresponde debido al importante papel que juegan los sindicatos al supervisar constantemente la seguridad y salud laborales, promoviendo mejoramientos en esta área.

En todo el mundo, los trabajadores y sus representantes realizarán eventos, manifestaciones, vigilias, simposios, y una multitud de otras actividades para este día, que es conmemorado en más de 140 países por sindicatos y grupos que se dedican a trabajar para defender la seguridad y salud de los trabajadores.

Este día de conmemoración está radicado en el movimiento laboral canadiense, cuyos sindicatos trabajaron por varios años antes de que, en 1989, el Parlamento de Canadá aprobara la ley C-223, que identifica el 28 de abril como el día oficial de la Conmemoración en Canadá. Cobró mayor significado en 1996, cuando las Naciones Unidas (ONU) encendieron una vela para conmemorar a los trabajadores víctimas del incendio en la fábrica de juguetes Kader en Tailandia en 1993, en el cual murieron 188 personas, en su mayoría mujeres jóvenes, y otros 500 resultaron gravemente lesionados.

Posteriormente a la vigilia de la ONU en 1996, 21 países han reconocido oficialmente este día de conmemoración, siendo el Reino Unido el más reciente, en enero de 2010.

Manfred Warda, Secretario General de la ICEM, señaló al respecto: -Cada año, el Día de Conmemoración de los Trabajadores cobra mayor importancia y más reconocimiento. En vista de la enorme cantidad de trabajadores y sus sindicatos que vigilan diariamente por la seguridad y salud en los lugares de trabajo, correspondía elegir el tema “Los sindicatos hacen más seguro el trabajo”.-

Hoy, la ICEM presenta un boletín noticioso especial que refleja esa idea.

 


 


28 de abril: Día para conmemorar a los muertos y para luchar por los vivos

Para comprender las estadísticas sobre seguridad:

Cada 28 de abril, el movimiento sindical se detiene para conmemorar a aquéllos que dieron su vida o su salud al tratar de ganarse la vida. Sin embargo, al conmemorar un día como éste, habría que preguntar: ¿Cuál es el alcance de este problema? ¿Cuán peligroso es trabajar?

Las estadísticas sobre seguridad son uno de los peores indicadores de la verdadera seguridad, sin embargo es el indicador que más frecuentemente se usa. La OIT es la principal fuente de estadísticas y estimaciones a nivel internacional sobre seguridad y salud en el lugar de trabajo.

Las estimaciones oficiales son chocantes, pero probablemente la verdad es mucho más grave.

Según estimaciones de la OIT, cada año fallecen unos 2,3 millones de trabajadores a consecuencia de su trabajo. Esta cifra incluye unas 360.000 víctimas fallecidas en accidentes, y aproximadamente 1,95 millones de personas que fallecen por enfermedades laborales, principalmente cáncer. En especial, en el caso de muertes por accidente, la OIT depende de las cifras que proveen los gobiernos nacionales, generalmente en base a sus sistemas de compensación para trabajadores.

Primero, muchos trabajadores no están cubiertos por sistemas de compensación. Es posible que realicen trabajos que se excluyen de estos sistemas, que pueden variar de una jurisdicción a otra, o puede que trabajen en los sectores “informales” desregulados de la economía. Por otra parte, los sistemas de compensación de los trabajadores se hallan en un constante conflicto de intereses al compilar estadísticas de esta naturaleza, debido a que cada vez que reconocen que hubo una víctima fatal, tienen que pagar compensación. Frecuentemente, los gobiernos, que pueden estar enfrentando dificultades económicas, y las empresas, que obtienen beneficios en el caso de que las evaluaciones demuestren un bajo nivel de accidentes, ejercen presión sobre los sistemas de compensación de los trabajadores para que rechacen las reclamaciones de trabajadores lesionados o enfermos. Esto a la vez se transmite a los trabajadores en la forma de incentivos para reducir el registro de accidentes, como, por ejemplo, ofrecer un “premio” o prima al turno o departamento que tenga el menor número de lesiones que han ocasionado ausentismo laboral.

Muchas veces la muerte debido al trabajo no se identifica como tal. Por ejemplo, los médicos suelen tener problemas para reconocer el origen laboral de las enfermedades y fallecimientos. Otro ejemplo: a veces los accidentes de tránsito y actos de violencia en el lugar de trabajo no se registran como fallecimientos cuyo origen está en el trabajo. En un artículo que se publicó en la edición del 15 de octubre de 1994 de la revista médica “Patient Care”, se decía que es posible que alrededor de un “95-97% de fallecimientos cuya causa está relacionada con el trabajo pueden no identificarse como tales, debido a la falta de diagnóstico y registro adecuados”. Aún cuando puede parecer excesivo que se falle en la identificación de un 95 a 97% de los casos, la mayoría de las personas concuerdan que los fallecimientos por causa del trabajo no se registran ni siquiera adecuadamente. Nadie puede determinar exactamente cuántas personas mueren cada año por lesiones y enfermedades de origen laboral.

En general, las muertes que se reconocen suelen ser las que son inmediatas, brutales y evidentes. Es mucho menos común que se reconozcan los fallecimientos cuyo origen es una enfermedad laboral. Por ejemplo, se estima que es del 9 al 10% el porcentaje de las muertes por cáncer que tiene un origen laboral. Ese porcentaje significaría que el número de fallecimientos por causa del cáncer ocupacional superaría con creces lo señalado en las cifras oficiales.

Aunque las estimaciones de la OIT sobre el total de muertes relacionadas con el trabajo incluyen cifras estimadas del número de fallecimientos por cáncer, es todavía una cifra muy moderada.

Y eso es solamente en el caso del cáncer. Existe una multitud de otras enfermedades profesionales que varían desde asbestosis y asma hasta la destrucción del hígado, los riñones, el sistema inmunológico o el sistema nervioso, que son casi imposibles de estimar.

La ICEM calcula que el verdadero número de muertes relacionadas con el trabajo es por lo menos diez veces mayor que las cifras que se registran en forma oficial.

¿Cuántas personas resultan lesionadas?

La OIT calcula que, cada año, se producen unos 270 millones de accidentes en el lugar de trabajo cuya gravedad ocasiona ausencia de tres días o más del trabajo. Nuevamente, ésta es una subestimación, debido a que toma en cuenta principalmente los casos registrados y aceptados por comités de compensación. Al igual que en el caso de las estadísticas sobre fallecimientos, la falta de registro, diagnosis y aceptación son problemas que afectan las estadísticas sobre lesiones de origen laboral.

Unos 160 millones de trabajadores sufren de enfermedades no mortales, o que todavía no son mortales, de origen laboral. En el mismo artículo de Patient Care citado anteriormente, se estima que entre 60 y 90% de todos los nuevos casos de enfermedades relacionadas con el trabajo no se clasifican correctamente como enfermedades profesionales.

Sin embargo, en comparación con los casos de muerte ocasionada por el trabajo, los accidentes y enfermedades no fatales son todavía más susceptibles a la falta de registro, intimidación, ocultación de casos registrados, y fraude propiamente tal. (Es un poco más difícil, aunque no imposible, ocultar un cadáver que ocultar lesiones.)

Las pruebas para detectar el uso de drogas en el lugar de trabajo han resultado ser un “arma nuclear” para el registro de lesiones en el lugar de trabajo. ¿Por qué? Porque en aquellos lugares de trabajo que realizan pruebas para determinar la causa de la conducta del personal o post incidente, actualmente los trabajadores corren riesgo de humillación, disciplina e incluso de despido en el caso de resultados falso-positivos. Un ser humano racional ¿arriesgaría eso, o preferiría ponerse un parche curita en la herida y quedar callado, incluso, si fuera necesario, pidiendo permiso para ausentarse del trabajo, en vez de informar sobre un accidente que se ha producido en el lugar de trabajo?

La ICEM calcula que el verdadero número de lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo es por lo menos diez veces mayor que las cifras que se registran en forma oficial.

 


 


¿Se hace o no se hace? La importancia de los sindicatos

La lámina de metal era filuda. Al alcanzar otra pieza para trabajar, Jane sintió el borde en su piel, seguido por el calor de su sangre. El corte no era muy grave. ¿Qué debía hacer?

Una alternativa era informar sobre esa lesión, como debía hacerlo de acuerdo a lo que exige la legislación, para luego enfrentar interrogaciones de los administradores, teniendo que asistir a por lo menos una o dos reuniones de investigación de accidentes: que si había seguido las instrucciones escritas, que si llevaba la indumentaria de seguridad recomendada, que si era una trabajadora descuidada. Quizá pueda ser suspendida de su trabajo donde se exigían altas normas de seguridad, para ser enviada a cursos de reentrenamiento sobre cómo proceder. Peor todavía, su empresa tenía una política de realizar pruebas para detectar uso de drogas después de los incidentes. ¿Poner en peligro su trabajo decentemente remunerado ante la posibilidad de un resultado falso-positivo? Hacía dos meses, a Jon, su compañero de trabajo, lo habían avergonzado y humillado cuando, después de un accidente, un supervisor que no le tenía buena voluntad había informado al periódico local que lo “estaban investigando por posible uso de drogas”. A pesar de que los resultados fueron negativos, ya se había dañado su reputación. Bastaba con esa noticia para que algunos padres cuestionaran si era una persona idónea para entrenar a un equipo de fútbol de jóvenes.

Sin embargo, Jane tenía otra alternativa. Podía callarse y ponerse una venda en el corte. Ya estaba atrasada en su trabajo. No pasaría nada. Aunque la herida se infectara, podría tomar un día de permiso para visitar al médico y pedir antibióticos.

¿Cuál de estas alternativas elegiría Ud?

Este cuento demuestra una de las razones por las cuales los sindicatos hacen que el trabajo sea más seguro. Los trabajadores no sindicalizados temen, con razón, que los puedan castigar o despedir por decisión de algún supervisor. El decir la verdad puede poner en peligro la carrera, y los trabajadores pueden no tener mucho interés en informar sobre los accidentes, debido al temor que sienten.

Sin embargo, es más difícil ocultar un cadáver. No es de extrañarse que los lugares de trabajo sindicalizados tengan niveles mayores de accidentes registrados, pero menos fallecimientos. Los sindicatos dan a los trabajadores la posibilidad de expresarse en el lugar de trabajo, y los protegen contra represalias injustas. Es mayor la probabilidad de que se registren los accidentes, y de que se corrijan los peligros que existen.

Una consecuencia de programas corporativos de seguridad que centran la atención en los accidentes registrados puede ser una reducción del registro de accidentes, en vez de los accidentes mismos. Esto sucede especialmente donde no existe ningún sindicato. En cuanto a las enfermedades profesionales, suele ser el sindicato que presiona para que se reconozcan y se corrija la causa de las mismas.

En materia de salud y seguridad profesionales, los trabajadores exigen tres derechos fundamentales:

El derecho de informarse sobre los peligros que encierra su trabajo;
El derecho de negarse a realizar trabajos peligrosos;
El derecho de participar en la toma de decisiones sobre salud y seguridad profesionales.

En algunas partes del mundo, estos derechos son reconocidos por la ley. Sin embargo, es necesario contar con sindicatos fuertes para plasmar estos derechos, para conformar lugares de trabajo más seguros, en vez de ser simplemente de palabra.

 


 


Campaña de la ICEM sobre el Convenio 176 de la OIT: seguridad en las minas

Ha iniciado una nueva etapa la campaña que realiza la ICEM a favor de la ratificación del Convenio 176 de la OIT sobre seguridad y salud en las minas, y la Recomendación 183, que está relacionada con dicho Convenio. La ICEM tiene a disposición en su website un nuevo cartel, y un nuevo manual para la campaña en favor del Convenio 176 de la OIT. Haga clic aquí para ver ambos recursos.

¿Qué es el Convenio 176 de la OIT, y por qué es importante?

La OIT elabora y promueve normas para actuar en el lugar de trabajo con relación a varios temas, desde el trabajo infantil, el derecho de crear sindicatos y de realizar negociaciones colectivas hasta el trabajo forzado y la salud y seguridad laborales. Es importante recordar que la OIT es una agencia especializada de la ONU, única entre las agencias de la ONU por estar regida por un comité tripartito con representación de gobiernos, empresas y sindicatos.

El Convenio 176 de la OIT, y la Recomendación 183 relacionada con el mismo, establecen un marco básico legislativo y de regulación para la seguridad en la minería. Para poder aplicarse en algún país determinado, el Convenio 176 tiene que ser ratificado por ese país, y es necesario modificar la legislación del país en materia de salud y seguridad, con el fin de, por lo menos, satisfacer los mínimos requerimientos del Convenio.

El Convenio 176 sobre Seguridad y Salud fue aprobado por la OIT en 1995, gracias al trabajo intensivo y la presión ejercida por la Federación Internacional de Trabajadores Mineros (FITM), uno de los antecesores de la ICEM.

Para ver el texto completo del Convenio 176 de la OIT, se puede consultar también aquí, en el website de la ICEM.

Lo que exige el Convenio 176:

El Convenio 176 de la OIT exige a las empresas evaluar los riesgos, y, por medio de buena ingeniería, o, por último con la utilización de equipos de protección personal, controlar en el origen cualquier peligro que se identifique. Las empresas han de analizar debidamente la situación de riesgos, con el fin de proteger la salud y seguridad de los trabajadores. La ingeniería, diseño y construcción de las minas han de ser apropiados para garantizar la seguridad y salud de los trabajadores, proporcionando por lo menos dos vías de salida y sistemas adecuados de comunicación. Se debe asegurar sistemas adecuados de ventilación con control de contaminantes, y, desde luego, sistemas para prevenir, detectar y combatir incendios. Se deben preparar y mantener planes de acción de urgencia, y, en caso de detección de algún peligro grave, se debe garantizar la interrupción de las actividades y la evacuación de los trabajadores. Los trabajadores han de ser informados, y deben recibir formación sobre los peligros y riesgos que enfrentan y de cómo trabajar en condiciones de seguridad. Todos los accidentes han de ser investigados, y se deben adoptar las medidas correctivas apropiadas.

Los trabajadores tienen el derecho de informar, y de obtener información sobre accidentes, incidentes peligrosos y riesgos. Los trabajadores podrán pedir que el empleador y la autoridad competente efectúen inspecciones en el lugar de trabajo, obteniendo información sobre los riesgos que existen allí. Los trabajadores deben gozar del derecho de negarse a realizar trabajos peligrosos, y de retirarse de cualquier sector que presente peligro. Además, los trabajadores deben elegir a los representantes de seguridad y salud ante la autoridad, para que éstos puedan participar en inspecciones e investigaciones, supervisar asuntos relativos a seguridad y salud, recurrir a consejeros y expertos, y celebrar consultas con el empleador y las autoridades competentes de regulación.

Se exige a los gobiernos, como autoridad competente, establecer un marco legislativo y de regulación que proteja la seguridad y salud de los trabajadores. Con este fin, se ha de exigir a las empresas y trabajadores cumplir con las provisiones específicas del Convenio 176 de la OIT. Además, la autoridad competente ha de vigilar e inspeccionar las minas de acuerdo a la legislación, y ha de exigir la notificación de accidentes y la compilación de estadísticas al respecto.

El Convenio 176 de la OIT no es el único Convenio de la OIT que tenga que ver con seguridad en las minas, ya que existen otros Convenios que se refieren a otros temas, desde la protección de maquinarias y contra las radiaciones, hasta la realización de exámenes médicos que también promueven la salud y seguridad de los trabajadores. Sin embargo, las responsabilidades que se asignan a las empresas y los derechos correspondientes a los trabajadores bajo en Convenio 176 constituyen una base sólida para la aplicación de otras medidas.

Hasta la fecha, solamente 24 países han ratificado el Convenio 176, así que queda mucho trabajo por hacer. Para mayor información al respecto, comuníquese con la ICEM.

 


 


Vergüenza para Canadá: la tragedia del asbesto

Las enfermedades causadas por el asbesto siguen matando a millones de personas en todo el mundo. ¿Por qué no se ha prohibido el uso de esta sustancia mortal? La clave de este enigma está en Canadá.

A continuación se señalan los principales países productores de asbesto, tales como los califica el US Geological Survey, usando estadísticas del año 2000:

Los tratados internacionales son firmados por gobiernos nacionales. Canadá no es el mayor país productor de asbesto del mundo. Sin embargo, su producción del asbesto es bastante grande, y, entre los países industrializados, es el mayor productor de la lista. Desde hace muchos años, en lo político y “científico”, Canadá encabeza a los demás países exportadores de asbesto.

En la actualidad, no habría explotación del asbesto en Canadá sin las grandes subvenciones que provee el gobierno de ese país. El Instituto del Asbesto de Canadá (o bien, como se llama ahora, el Instituto del Crisotilo, tratando engañosamente de distinguir entre el crisotilo y otras formas de asbesto) es la fuente principal en todo el mundo de “estudios” pseudo científicos que “comprueban” que el asbesto no es peligroso. Otros productores de asbesto saben esto, y suelen seguir el ejemplo de Canadá en esta materia. Muchas veces es Canadá que, calladamente, organiza la oposición a iniciativas cuyo objetivo es hacer que el asbesto sea controlado por instrumentos internacionales como el Convenio de Rótterdam.

La clave para conseguir una prohibición mundial del uso del asbesto se encuentra en Canadá. Si Canadá dejara de apoyar al sector del asbesto, se podría lograr establecer una prohibición mundial del asbesto. Quienes estudien las evidencias ya saben que no se puede negar que existe un vínculo entre el asbesto en todas sus formas y el asbestosis, mesotelioma, y otros tipos de cáncer.

En este momento, Canadá es vulnerable respecto a este tema. En Canadá quedan solamente unos cuantos cientos de mineros del asbesto, y el sector está fuertemente subvencionado. Si se transfiriera el dinero de las subvenciones a un programa de Transición Justa para los mineros y sus comunidades, se podría establecer un programa de primera categoría. Fueron muy eficaces las iniciativas que se realizaron recientemente para avergonzar al Primer Ministro de Québec Jean Charest en su misión de visita comercial a la India.

Sin embargo, el asbesto no es simplemente otro sector industrial: en Quebec y en todo Canadá es un icono. Es parte de la historia cultural y mitología, no solamente del movimiento sindical, sino de la provincia de Québec, e incluso de Canadá como país. Fue en las minas de asbesto de Québec donde nació el movimiento sindical moderno de Québec, de modo que son pocos los dirigentes sindicales que se atreven a criticar este sector. La violenta huelga de 1949 en Asbestos, Québec, llegó a simbolizar las luchas de los trabajadores francófonos contra los patrones anglófonos, y contra empresas de propiedad extranjera que no se preocupaban en absoluto por las comunidades en las cuales tenían sus operaciones.

Fue un momento culminante en la “Revolución pacífica” durante la cual muchos habitantes de Quebec abandonaron la iglesia católica en favor de instituciones laicas. Fue una de las primeras huelgas que se realizaran en Canadá, en las cuales la salud y seguridad fueron tema clave entre las reivindicaciones de los huelguistas. También fue durante esa huelga que muchos futuros líderes conformaron sus ideas y actitudes sociales – entre ellos un joven periodista que cubría la huelga, llamado Pierre Elliott Trudeau, que posteriormente llegó a ser uno de los más famosos primeros ministros de Canadá. El asbesto es un icono político e histórico que los políticos rehuyen tocar.

Sin embargo, con el tiempo todo cambia. Canadá y Quebec tienen que encontrar una manera de honrar la historia de esos heroicos mineros de asbesto, pero sin defender la industria mortífera del asbesto. La mayoría de los canadienses, que incluye a la mayoría de los habitantes de Québec, entiende que el asbesto mata a la gente. Si el movimiento sindical internacional sigue presionando a sus líderes políticos de Canadá y Québec, algún día esos líderes se verán obligados a hacer lo que pidan sus electores, que ya saben qué es lo que debería hacerse.

Como las reuniones del G8 y del G20 se van a realizar en Canadá en junio, es oportuno que el movimiento sindical internacional recuerde a Canadá su vergonzosa posición.