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Declaración de la ICEM, la FITIM y la FITTVC Toronto, Canadá, 19 de junio de 2010

20 junio, 2010

Federación International de Sindicatos de Trabajadores de la Química, Energía, Minas e Industrias Diversas (ICEM)

la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas (FITIM)

y la Federación Internacional de Trabajadores del Textil, Vestuario y Cuero (FITTVC)

Juntos seremos más fuertes: luchemos por un futuro sostenible



Las federaciones sindicales internacionales de la industria que representan a los trabajadores del metal, la química, la energía, la minería, el papel, el caucho, textiles, materiales y sectores afines, estimamos que nos encontramos ante una oportunidad única para exigir que la economía mundial se transforme, reemplazando el actual modelo de “casino” insostenible por un modelo social y ambiental sostenible.

La crisis financiera que estuvo a punto de destruir la economía mundial no es sino el reflejo más reciente y patente de esa misma visión a corto plazo que ha puesto en peligro el medio ambiente a nivel mundial, amenazado la salud humana, y desestabilizado las sociedades. En particular, la conducta especulativa irresponsable de los bancos, los fondos de inversión de alto riesgo y otras instituciones financieras ha tenido consecuencias catastróficas para millones de trabajadoras y trabajadores.

Los trabajadores, sus familias y las comunidades que dependen de ellos han pagado las consecuencias del derrumbe causado por la economía de casino, sufriendo despidos masivos, bajas salariales y recortes de sus prestaciones. El movimiento sindical internacional se opone rotundamente a las medidas destinadas a hacer que la clase trabajadora asuma la carga principal de la crisis financiera, como las reformas fiscales regresivas. Ha llegado la hora de que los responsables del desastre actual paguen el costo de su solución.

En diciembre de 2009, la incapacidad de los líderes mundiales, reunidos en Copenhague, de alcanzar un acuerdo ambicioso, equitativo y jurídicamente vinculante sobre los gases de efecto invernadero pone de manifiesto nuevamente cómo la codicia de corto plazo pisotea las necesidades de largo plazo. Son las generaciones futuras que pagarán las consecuencias de la inacción actual. Que se trate de preocupaciones globales como el calentamiento del planeta o de ejemplos más específicos, como el desastre de la plataforma de Deepwater Horizon, es evidente que no es la desregulación de los mercados que permitirá asegurar la protección del medio ambiente.

Es ahora evidente que los mercados financieros desregulados no son capaces de evaluar la salud a largo plazo de la economía, el medio ambiente o la sociedad. La ICEM, la FITIM y la FITTVC, mostrando el camino hacia un futuro sostenible, piden que se vuelvan a reglamentar los mercados financieros internacionales, introduciendo, entre otros posibles instrumentos, un impuesto sobre las transacciones financieras que permitiría recaudar miles de millones de dólares que se podrían utilizar para hacer frente a la pobreza y el cambio climático. Estamos convencidos de que ese impuesto permitirá generar ingresos sustanciales que cubrirán los gastos de la crisis, las medidas para luchar contra el cambio climático y la ayuda oficial al desarrollo, reduciendo las tensiones que podrían dar lugar a una nueva crisis financiera. Se puede construir un futuro próspero y sostenible mediante una reglamentación medioambiental justa y vinculante, que se acompañe de sólidos programas sociales.

Los trabajadores de la industria desempeñan un papel clave en la construcción de un futuro que saque a la gente de la pobreza, protegiendo, al mismo tiempo, el medio ambiente. A través de una actuación sindical y política, nuestras tres federaciones mundiales exigen que los dirigentes mundiales adopten medidas decisivas para resolver las crisis económica, social y medioambiental.

La crisis económica no sólo está relacionada con la manera en que se producen, compran y venden los bienes o servicios, sino también con las personas que intervienen en esos procesos. Existen estudios que demuestran que muchas empresas han empezado a contratar de nuevo a trabajadores, aunque sólo con contratos de duración definida o temporales. Este tipo de empleo precario perjudica a todos los trabajadores: abarata el trabajo, reduciendo el nivel general de salarios, ensancha la brecha entre los ricos y los pobres y favorece prácticas injustas que ya afectan adversamente a las mujeres, los jóvenes y los/las trabajadores/as migrantes.

Estimamos que las próximas Cumbres del G8 y del G20 en Canadá ofrecerán una oportunidad a los líderes mundiales de examinar las preocupaciones legítimas de los trabajadores de la industria en relación con la justicia social y las políticas de empleo a largo plazo. La solución estriba en una gobernanza mundial. Los mercados financieros deben volver a reglamentarse y se debe proteger mejor el medio ambiente. El empleo, los derechos de los trabajadores, la protección social, los servicios públicos de calidad y la sostenibilidad son cuestiones fundamentales que se abordan en nuestra propuesta de un nuevo sistema de gobernanza mundial.

Por consiguiente, pedimos a los líderes mundiales que:
• garanticen una adecuada reglamentación de los mercados financieros que incluya, como primer paso, la total transparencia de las transacciones, la adopción de mecanismos de vigilancia reforzados y la reglamentación del apalancamiento;
• prohibir la creación o utilización de instrumentos financieros que no tengan un valor comprobable en la economía real, como es el caso de determinados productos derivados y swaps;
• Introducir un régimen impositivo que grave las transacciones financieras internacionales, que abarque las transacciones entre las instituciones financieras. Un pequeño impuesto sobre las transacciones financieras tendría una enorme incidencia sobre la forma en que resolvamos los desafíos actuales. Los expertos estiman que, incluso si el tipo impositivo sólo alcanza 0,05 por ciento, ese gravamen sobre las transacciones internacionales conseguiría recaudar hasta $400.000 millones de dólares EE.UU. por año, cuantía que se podría utilizar para salvar el planeta y construir un futuro más justo para todos.
• asegurar que el desarrollo sostenible figure como uno de los criterios para la conclusión de acuerdos de comercio e inversiones, con un acceso equitativo y justo a los mercados, y mecanismos de vigilancia transparentes de todos los acuerdos de comercio y inversiones pasados y futuros;
• evaluar las repercusiones sociales, económicas y ambientales en términos de sostenibilidad de los acuerdos comerciales potenciales, con antelación a la conclusión de las negociaciones pertinentes;
• examinar las repercusiones en el empleo de la liberalización del comercio durante la negociación de acuerdos bilateral y multilaterales, que habrán de valorarse con una plena participación de los sindicatos;
• respetar los derechos laborales y sindicales de los trabajadores de conformidad con las normas fundamentales del trabajo de la OIT, que deberán incluirse en todos los acuerdos de comercio e inversiones bilaterales y multilaterales, con mecanismos de aplicación eficaces;
• generar puestos de trabajo que reúnan las condiciones de la definición de “trabajo decente” de la OIT. Si bien reconocemos los cambios industriales que se están produciendo, cuestionamos las normas jurídicas y políticas que posibilitan el auge del trabajo precario;
• lograr un acuerdo ambicioso, justo y vinculante sobre los gases de efecto invernadero en la COP16 en México, y
• asegurar que se asigne la financiación correspondiente a los sindicatos del Fondo Verde de Copenhague para el Clima, como parte del Acuerdo de Copenhague, para fines de educación y formación profesional en el marco del principio más amplio de transición justa.

En conclusión, estimamos que los líderes mundiales ya no pueden hacer la vista gorda ante los problemas a que se enfrenta el mundo actual. Pedimos una respuesta reglamentaria internacional, innovadora y audaz, que permita encarar los problemas mundiales.