6 julio, 2012La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Rio+20), que tuvo lugar del 20 al 22 de junio de 2012, debía marcar un giro decisivo en los esfuerzos mundiales para abordar la pobreza y la degradación del medio ambiente.
Al comienzo del acontecimiento, el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, la calificó de oportunidad única en una generación. De ser así, Rio+20 fracasó, porque esta oportunidad se ha desaprovechado, al ser una repetición de tópicos.
Para comprenderlo, es preciso entender lo que falta en los resultados de la cumbre, titulada “El futuro que deseamos”. Las palabras bonitas no están respaldadas por los hechos. Apenas hay compromisos para acciones concretas y verificables. No se han asignado fondos. No hay objetivos ambiciosos, ni se recogen reconsideraciones imaginativas de las pautas actuales de producción y consumo. Si bien aparecen en el texto las palabras “economía verde”, están desprovistas de significado: de ello no puede derivarse ninguna estrategia industrial o política coherente, y en el documento no se dice nada sobre la reforma de las finanzas internacionales, ni la imposición siquiera de una pequeña tasa sobre las transacciones financieras internacionales.
Para ser justos, procede decir que en las conclusiones de Rio+20 aparecen algunas cosas buenas. Se reconoce el problema del desempleo de los jóvenes, la creación de trabajo decente, las cuestiones de las mujeres y la salud sexual, la funciones de los trabajadores y de los sindicatos, y una Transición justa. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) continuará. Hay algunos compromisos sobre desertización, agua potable salubre, y protección de los océanos mundiales. Lamentablemente, todo esto es más débil de lo que se esperaba, y no se puede hacer cumplir.
Los líderes nacionales y sus principales ministros han de asumir la culpa de este fiasco. Las Naciones Unidas sólo son tan eficaces como sus Estados miembros permiten que sean. Esto muestra la crisis de la gobernanza internacional, y la necesidad de reconstruirla.
Como dijo Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional (CSI): “Las palabras no son suficientes; un proceso de las NU sin objetivos, plazos ni una inclusión seria de los sindicatos y de la sociedad civil no sirve en absoluto para mitigar la ansiedad de las personas que sufren del desempleo, la pobreza y la destrucción ambiental de sus tierras y de sus medios de subsistencia.”
Jyrki Raina declaró: “La función de los gobiernos es representar las verdaderas necesidades de sus ciudadanos y de lograr el bien común; y a los sindicatos les corresponde seguir movilizados para recordarles ese deber. Una estrategia industrial sostenible ya no es sólo una buena idea; se está convirtiendo en una cuestión de supervivencia.”
Para más detalles, sígase el enlace: http://www.industriall-union.org/rio20-the-future-they-want