22 mayo, 2013El Consejo de Joyería Responsable (CJR), controlado por la industria, incumple su promesa de prevenir los diamantes de sangre y el oro sucio. Sindicatos y grupos de ecologistas se unen para exponer profundas fallas en el sistema de certificación de la joyería.
Washington, D.C., Ottawa, Ginebra, Sidney, 22 de mayo de 2013 – En un nuevo informe, More Shine Than Substance: How RJC certification fails to create responsible jewelry (Más brillo que sustancia: Cómo la certificación del CJR no crea joyería responsable) una coalición internacional de grupos sindicales y ecologistas acusan al sistema de certificación del Consejo de Joyería Responsable (CJR) de engañar a los consumidores de joyería. El CJR celebra su reunión anual en Milán, el 23 de mayo.
Con la joyería se pretende levantar el ánimo. Pero pierde su valor si está hecha con oro o diamantes empañados por abusos de los derechos humanos o la destrucción del medio ambiente,
dijo la directora de la campaña Oro sucio no, de Earthworks, Payal Sampat. Y continuó declarando:
Lamentablemente, la certificación del CJR no puede asegurar a los consumidores que las gemas y los metales preciosos que pasan por su sistema no les llegan a costa de la salud de la comunidad o del agua pura.
Entre las agrupaciones que publicaron More Shine Than Substance figuran la federación sindical internacional IndustriALL Global Union, que representa a 50 millones de trabajadores en todo el mundo, CFMEU Australia, United Steelworkers, y los grupos de defensa del medio ambiente Earthworks y MiningWatch Canada.
More Shine Than Substance documenta cómo el sistema de certificación del CJR ofrece poco para verdaderas soluciones de los graves problemas de derechos humanos, laborales y ambientales que dieron origen a la formación del CJR. El Consejo de Administración del CJR está integrado exclusivamente por representantes de la industria, sin ningún representante de las comunidades afectadas, de los sindicatos ni de organizaciones ecologistas. Esta exclusión contrasta fuertemente con otros sistemas de certificación, más sólidos, como el Consejo de Administración Forestal.
El CJR no puede pulir la imagen del oro y los diamantes excluyendo de la mesa a los representantes de los trabajadores y de la comunidad,
dijo Jyrki Raina, secretario general de la IndustriALL Global Union en Ginebra.
Que esta industria establezca sus propias normas y certifique su cumplimiento es como poner al zorro a guardar el gallinero. ¿Cómo puede tener la gente fe en un procedimiento así?
A raíz de las campañas contra el oro sucio y los diamantes de sangre, y de las exposiciones por los medios de información de los verdaderos costos ambientales y sociales de estos materiales, las compañías de la joyería reconocieron que sus marcas y su reputación estaban en riesgo. En consecuencia, una coalición de asociaciones del comercio de joyería, minoristas y sus proveedores, incluidas compañías mineras, formaron el Consejo de Joyería Responsable.
Para que el CJR pueda autorizar a sus compañías miembros a alegar “prácticas empresariales responsables” en la corporación en su conjunto, todas sus operaciones deben respetar las normas del CJR,
dijo Ken Neumann, director nacional del United Steelworkers en Canadá.
Compañías como Rio Tinto no puede recibir el certificado del CJR en su conjunto mientras la empresa sea uno de los principales inversores en minas como la de Grasberg en Indonesia que no cumplen las normas del CJR.
El Steelworkers representa a trabajadores en varias operaciones de Rio tinto en Estados Unidos y Canadá. En 2012, Rio Tinto despidió a 780 miembros del Steelworkers en Canadá durante seis meses.
El sistema del CJR está plagado de lagunas en lo relativo a composición, auditoría y rendición de cuentas, permitiendo, por ejemplo, que se certifique que compañías miembros en su conjunto cumplen las normas del CJR cuando algunas de sus instalaciones que producen oro, platino y diamantes – o proyectos en que se realizan inversiones – estén excluidas de las auditorías del CJR. El sistema carece de transparencia. Los informes de los auditores no se publican y, lo que es igualmente inquietante, el propio CJR no recibe pruebas ni informes de los auditores detallados sobre las operaciones que certifica.
Varias normas del CJR son débiles y violan principios sociales y ambientales ampliamente aceptados. Según el Código del CJR, las compañías mineras pueden operar en zonas de conflictos, no proteger los derechos de los trabajadores a unirse a sindicatos, y trabajar en ellas niños de tan sólo 14 años. Tampoco impone límites a la contaminación del agua y del aire, y permite la eliminación de desechos tóxicos en entornos de lagos y océanos.
Comunidades que viven cerca de las minas luchan por proteger su salud, sus medios de subsistencia y los valores sociales y culturales que están amenazados por la minería,
dijo Catherine Coumans, de MiningWatch Canada.
Sus esfuerzos tropiezan con el sistema del CJR que certifica la continuación del statu quo,
agregó.
El sistema del CJR no impulsa el cambio fundamental que se necesita.
En el informe se comparan los defectos del CJR con los de otros sistemas de certificación definidos y controlados por la industria en otros sectores, como la Iniciativa para una industria forestal sostenible (SFI), que han sido muy criticados por grupos ecologistas. En cambio, el Consejo de Administración Forestal, que abarca la gobernanza de numerosos interesados y tiene normas estrictas, se considera generalmente que es un sistema más sólido y creíble para la certificación de productos de madera sostenibles.
Sin mejoras significativas, el sistema del CJR puede empañar, en lugar de bruñir, la reputación de las compañías que lo componen,
agregó Payal Sampat, de Earthworks.