4 junio, 2020El anuncio de la semana pasada de Renault, en el que informó que planea recortar casi 15.000 empleos, se ha convertido en un hecho común en la industria automotriz, escribe Georg Leutert, director del sector de IndustriALL. Sin embargo, un acuerdo que sentó precedentes indica el camino a seguir.
El 29 de mayo, Renault anunció un plan de ahorro de 2000 millones de euros que dará como resultado la reestructuración de las fábricas y la pérdida de unos 15.000 empleos en todo el mundo. La planta de Choisy-le-Roi, cerca de París, se cerrará por completo y 263 personas quedarán sin trabajo.
Este anuncio es devastador para los leales trabajadores de Renault y sus familias, que habían planeado construir un futuro con la empresa. También perjudica a las comunidades locales y a los trabajadores en la cadena de suministro, así como aumenta una creciente incertidumbre acerca del futuro del sector. IndustriAll Europe exhortó a los responsables políticos europeos a que reconozcan la importancia de que el sector se recupere de la crisis del coronavirus.
Los cuatro afiliados de IndustriALL que representan a los trabajadores de Renault en Francia (CFE-CGC, FO, CFDT y CGT) se reunieron el 27 de mayo y el 2 de junio para desarrollar una respuesta conjunta al plan administrativo, que conducirá a un “colapso social y a la desindustrialización”. El 2 de junio, tras un llamado conjunto de los sindicatos, los trabajadores de Choisy-le-Roi comenzaron una huelga.
Han pasado aproximadamente once años desde que la alianza Renault-Nissan, a la que se unió Mitsubishi en 2016, implementó una estrategia de crecimiento agresiva, y menos de dos años desde que el ex director ejecutivo de Renault, Carlos Ghosn, fue arrestado en Japón. Esto provocó una profunda crisis en la alianza entre Renault y Nissan y un caos en la dirección de ambas empresas, lo que también dio como resultado el cierre de plantas de Nissan.
También ha pasado solamente una semana desde que la alianza anunció recortes de personal y el cierre de plantas. En lugar de crecimiento, ahora se habla de “redimensionamiento”, un eufemismo usado en la escuela de negocios para la reducción y el fracaso de un modelo de negocios.
Afortunadamente, el movimiento sindical mundial le ha prestado mucha atención al futuro de la industria automotriz, y cuando ocurre una catástrofe, estamos preparados. Hace menos de un año, Renault e IndustriALL Global Union firmaron un acuerdo mundial que sentó precedentes acerca de la transformación de la empresa francesa hacia un nuevo mundo del trabajo.
En el primer punto del acuerdo, el Grupo Renault confirma su responsabilidad social y su compromiso de garantizar que los empleados cuenten con las herramientas y condiciones para enfrentar los desafíos del cambio y la transformación.
Renault afirmó que los recortes de empleos se realizarán a fines de 2022, y que intentará que estos se lleven a cabo mediante la “reconversión laboral, la movilidad interna y las salidas voluntarias”. No obstante, de un total de 180.000 a nivel mundial, se perderán 4600 empleos en Francia y más de 10.000 en otros países.
En el acuerdo, Renault se compromete a negociar con los sindicatos y representantes de los empleados en todos los países del mundo. Es esta inclusión de “todos los países” lo que hace que el acuerdo sea tan crucial. Las multinacionales suelen llevar a cabo procesos de reestructuración de una manera socialmente responsable en su país de origen, pero no más allá de este. El comité de empresa mundial de Renault ha estado activo durante más de una década y ahora tiene la oportunidad de llevar el diálogo social transnacional al siguiente nivel.
Esto requiere un enfoque de tres aspectos: consultas periódicas con el comité directivo del comité de empresa mundial, transparencia, y diálogo constructivo y negociaciones a nivel nacional en todos los países afectados por la reestructuración con la participación plena de los respectivos sindicatos.
Aunque este es otro golpe devastador para la industria, si se respetan los compromisos del acuerdo es posible reducir el impacto negativo y asegurar que la reestructuración se lleve a cabo de una manera socialmente responsable.