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Continúa la lucha por la democracia en Swazilandia

24 abril, 2011El 12 de abril es el día en que Swazilandia declaró un estado de emergencia en 1973, que sigue vigente 38 años después, con lo que es uno de los estados de emergencia más largos del mundo. Se ha utilizado para suspender los derechos humanos y las libertades políticas del pueblo swazi, y comprende la prohibición de los partidos políticos. El 12 de abril de 2011 fue elegido por los partidarios de la democracia para realizar protestas masivas. Pero las protestas previstas durante tres días, a partir del 12 de abril, fueron reprimidas brutalmente por las fuerzas de seguridad de Swazilandia.

SWAZILANDIA: Muchos sindicalistas destacados fueron detenidos, así como otros activistas y periodistas, y se informó de brutalidades y del uso de balas de goma para dispersar a la muchedumbre. La policía y el ejército ocuparon la capital Manzini y el otro centro importante, Mbabane, disolviendo los grupos de más de tres personas para impedir que la acción masiva cobrara impulso. Se bloquearon las carreteras para que la gente no pudiera llegar a las ciudades. Una táctica común de las fuerzas de seguridad fue rodear a los manifestantes y mantenerlos en zonas alejadas, sin posibilidades de transporte para acudir a las ciudades. Después de tres días de acción, el número de activistas a favor de la democracia detenidos se estimó en varios centenares.

Las protestas del 18 de marzo de 2011 tuvieron mucho más éxito, cuando más de 7.000 swazis, la mayoría trabajadores, pidieron un cambio de gobierno. Protestaban contra la reducción salarial de los funcionarios públicos del 4,5 por ciento propuesta por el Gobierno, así como por una congelación de los ingresos anuales, y las tentativas de reducir el gasto público, como parte de las condiciones impuestas por el FMI para que se apoyara el presupuesto. Los trabajadores estaban irritados por la pretensión de que pagaran la mala situación económica del país, especialmente ante la extravagante ostentación de la monarquía.

Swazilandia, gobernada por uno de los últimos monarcas absolutos del mundo, el rey Mswati III, está en crisis. Los ingresos procedentes del South African Customs Union (SACU), de los que depende fuertemente el fisco, pues aportaron el 76 por ciento de los ingresos del Estado en 2009, disminuyeron notablemente en unos dos tercios en 2010, y se espera que sigan haciéndolo en el próximo decenio.

A pesar de las dificultades económicas del país, la familia real sigue viviendo maravillosamente; el 5 por ciento del presupuesto de 2010/2011 que asciende a 503 millones R (más de 50 millones de euros) se ha destinado a cubrir gastos relacionados con la monarquía, inclusive la construcción de casas oficiales. El rey Mswati III es el beneficiario de fondos creados en fidecomiso para la nación swazi y utiliza los ingresos con absoluta discreción. Esos fondos son financiados por participaciones estatales en inversiones en Swazilandia, como la Royal Swaziland Sugar Corporation, en la que la familia real es el accionista mayoritario, y la explotación celular de la red de la compañía sudafricana MTN Swaziland.

Mientras el monarca sigue abusando de su acceso a los recursos nacionales, la inmensa mayoría de los 1,1 millones de swzis viven en la más absoluta miseria. Swazilandia tiene también las mayores tasas de VIH/SIDA y de tuberculosis del mundo, y la esperanza de vida es también la más baja del mundo: poco más de 30 años. Quienes más sienten la profundización de la crisis en Swazilandia son los que necesitan servicios de salud y otros servicios sociales; además, el aumento de los costos de los productos y de los servicios básicos recae sobre la población.

Debido a la necesidad de financiación externa para sacar de apuros al gobierno, las reformas económicas son inevitables. Los trabajadores han mostrado claramente que no están dispuestos a soportar las principales consecuencias de esas reformas. Los próximos meses probablemente aumenten las tensiones en esta pequeña nación africana. Los defensores de la democracia han prometido celebrar protestas mensuales y se ha instado a los trabajadores a llevar camisetas rojas todos los viernes para mantener vivo el espíritu de la campaña. Por lo tanto, la lucha por la libertad en Swazilandia continúa.