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2. EL MUNDO ACTUAL

31 agosto, 2009

Desde el Congreso de la FITIM de 2005, los trabajadores metalúrgicos y todo el movimiento sindical se encuentran ante un medio político, económico y social cada vez más hostil. Las empresas han dirigido la globalización con el apoyo de gobiernos y de instituciones internacionales para extender al máximo su influencia a escala mundial y optimizar la rentabilidad de sus actividades fomentando políticas neoliberales caracterizadas por la desregulación de los mercados del capital y del trabajo, la privatización de servicios y bienes públicos, la disminución del crecimiento del empleo en muchas regiones, la erosión de los sistemas de seguridad social y la frecuente negación de los derechos de los trabajadores y humanos. Incluso actualmente, una gran proporción de los trabajadores metalúrgicos del mundo no goza del derecho fundamental a tener un sindicato.

En tanto que la economía mundial ha crecido y creado enormes cantidades de riqueza, la división entre ricos y pobres se ha ampliado. Cada vez es mayor el número de trabajadores que afrontan condiciones de trabajo y de vida que se deterioran, inseguridad en el empleo y la erosión de sus derechos. El capital ha obtenido enormes beneficios, en tanto que el poder adquisitivo de la mayoría de los trabajadores ha disminuido o, en el mejor de los casos, se ha estancado.