11 febrero, 2020La violencia y el acoso de género son problemas generalizados en Brasil, sin embargo poco se había hecho para rectificar la situación, hasta la adopción del Convenio 190, la primera norma internacional del trabajo relativa a la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.
La gran mayoría de las trabajadoras brasileñas en fábricas del textil y el calzado, que participaron en un reciente estudio, indicaron haber experimentado alguna forma de violencia en el trabajo, generalmente acoso y violencia de género, hasta tal punto que “para muchas mujeres, el trabajo es sinónimo de sufrimiento”.
Según Francisca Trajano, presidenta de la Confederação Nacional dos Trabalhadores do Ramo Vestuário (CNTRV),
“lo más revelador de este estudio [Promover os direitos humanos e fortalecer a ação sindical e a igualdade de gênero no setor vestuário do Brasil, disponible únicamente en portugués] es el grado de violencia en el lugar de trabajo. Me sorprendió especialmente la incidencia de acoso sexual por parte de supervisores”.
Unas 246 trabajadoras participaron en talleres regionales o rondas de conversaciones, que se organizaron entre marzo y junio, como parte de un estudio del Instituto Observatório Social en el marco de un proyecto que cubre los sectores del textil y el calzado en seis ciudades: Colatina, Fortaleza, Ipirá, Pouso Alegre, Sapiranga, Sorocaba, y São Paulo.
El proyecto, financiado por la sección brasileña de la C&A Foundation y contando con el apoyo del Centro de Solidaridad –organización estadounidense de defensa de los derechos sindicales–, encontró que la forma más frecuente de violencia es el acoso moral, que incluye gritos e insultos por parte de los superiores jerárquicos, amenazas en caso de retrasos en el ritmo de producción, y humillaciones o control cuando van al baño.
El informe revela asimismo un hostigamiento especialmente dirigido a las líderes sindicales. Las trabajadoras que son dirigentes de base suelen estar estrechamente vigiladas por sus supervisores, así como cualquiera que se acerque a ellas, arriesgándose incluso al despido. También muestra que la violencia de género a menudo se combina con otros tipos de violencia y discriminación, siendo particularmente vulnerables las mujeres de origen afrobrasileño y los trabajadores y trabajadoras LGBTQI+, entre otros.
Las trabajadoras que participaron en el proyecto resaltaron la importancia de los convenios colectivos para mejorar las condiciones de trabajo, y el informe sugiere que los sindicatos introduzcan cláusulas específicas para combatir el acoso moral y sexual en el lugar de trabajo. También recomienda que se organicen talleres y sesiones de discusión para concienciar a los trabajadores y trabajadoras sobre su derecho a un entorno laboral libre de violencia. Muchas de las mujeres entrevistadas no tenían conocimiento de las leyes aplicables ni de otras opciones para combatir la violencia en el trabajo.
Por otro lado, dirigentes sindicales a nivel local y nacional que no participaron directamente en el proyecto también mostraron interés en sus resultados y conclusiones, indicó Trajano.
“Están reflexionando sobre la manera de hacer que los sindicatos se conviertan en un lugar al que puedan acudir las mujeres víctimas de violencia”.
Personas afrobrasileñas y LGBTQI+, especialmente vulnerables
El acoso sexual, una forma de violencia de género que en ocasiones asume formas sutiles, es un problema generalizado, según el informe. “Pero independientemente de la forma que adopte, el acoso sexual es una constante”, según los autores del informe. A menudo las mujeres no se atreven a dar parte cuando son víctimas de acoso o agresión sexual, por diversos motivos: “A veces, cuando elevan la queja a sus superiores, las mujeres son ridiculizadas. En otros casos no tienen a quien presentar su queja puesto que el supervisor es también un acosador”, indica el informe.
Al igual que ocurre en las fábricas del sector textil en Brasil, la violencia y el acoso de género son problemas generalizados en muchos lugares de trabajo. Sin embargo, hasta este año, poco se había hecho para rectificar la situación. En junio, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó la primera norma internacional del trabajo que aborda la cuestión de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, incluyendo la violencia de género. El Convenio 190 entrará en vigor 12 meses después de la fecha en que las ratificaciones de dos países miembros hayan sido registradas por la OIT. En diciembre, Uruguay se convirtió en el primer país en ratificarlo.
Para las afrobrasileñas, la discriminación puede empezar incluso antes de ser contratadas, dado que algunos empleadores se niegan abiertamente a entrevistar a personas de color.
“Una vez fui a una entrevista de empleo y [el empleador] me dijo que no podría contratarme por no tener el cabello liso”,
comenta una trabajadora de la confección (el informe no cita los nombres de las personas entrevistadas).
Si se las contrata, las afrobrasileñas terminan realizando los trabajos más difíciles y desagradables.
“Cuando son admitidas, las mujeres negras generalmente son asignadas a los peores servicios, como tener que lidiar con la cola de zapato o trabajar con las máquinas más ruidosas e inconfortables”,
señala el informe.
Las mujeres negras indican igualmente que son víctimas de acoso sexual con mayor frecuencia y que además se las culpabiliza por el trabajo mal hecho, mientras que para referirse a un trabajo bien hecho se habla de “servicio de blanco”.
Las personas LGBTQI+ suelen ser víctimas de acoso moral y ofensas verbales, muchas veces por parte de sus propios compañeros de trabajo, y un problema especialmente destacable es el uso de los baños y vestuarios, según indica el informe. Algunos supervisores además se niegan a trabajar con ciertos empleados LGBTQI+. Dado que los trabajadores gais son vistos como “femeninos”, en cierta forma están sometidos al mismo tipo de violencia que experimentan las mujeres cisgénero/heterosexuales. En el informe se señala además que para las personas trans la situación resulta aún más delicada.
“En la empresa en que trabajo, había una persona que se incorporó al servicio vestida de hombre”,
comenta una trabajadora de la confección. “Cuando habían transcurrido unos tres meses, pasó a usar vestidos, como una mujer”, y poco después, la empresa la despidió.
Las trabajadoras que son madres con hijos pequeños son víctimas también de discriminación: algunas empresas simplemente se niegan a contratarlas, y “en una empresa, el dueño llegó a decir que únicamente contrataría a mujeres que se hubiesen sometido a una ligadura de trompas” para asegurarse de que no pudiesen tener más hijos.
En general, el informe encontró que las empresas del vestuario se organizan a partir de una rígida división social y sexual del trabajo, donde las mujeres generalmente ocupan los puestos menos cualificados y peor remunerados.
Concienciación sobre violencia y acoso de género en el trabajo
Un objetivo clave del informe era iniciar un diálogo con los empleadores para buscar la manera de poner remedio a la violencia de género en el trabajo, según Jana Silverman, directora del Centro de Solidaridad en Brasil. En su opinión, el estudio –que examina exclusivamente centros de trabajo sindicalizados– debería “sensibilizar sobre la prevalencia de la violencia de género en lugares de trabajo y concienciar a la directiva sindical –especialmente a los hombres– sobre la extensión del problema entre los miembros de la base”.
El informe ha derivado ya en cambios concretos. Miembros del sindicato en fábricas de vestuario de Pouso Alegre, en el estado de Minas Gerais al sur de Brasil, negociaron una cláusula contractual según la cual los empleadores se comprometían a organizar sesiones de formación semestrales para los directivos, destinadas a combatir la violencia de género en el lugar de trabajo.
Los sindicatos evaluaron las conclusiones del estudio en diciembre y tienen previsto transmitirlas a sus ejecutivas con vistas a crear las condiciones necesarias para prevenir y combatir la violencia de género, a través de la negociación colectiva y el diálogo social con la patronal.
Trajano indicó que la CNTRV, que representa a 69 sindicatos y tres federaciones regionales, exhorta a los sindicatos a negociar convenios incluyendo cláusulas que protejan frente a la violencia y el acoso en base al género.
La CNTRV está bien situada para liderar la campaña contra la violencia de género en el trabajo. En abril, los delegados presentes en el 11º Congreso de la Confederación votaron a favor de la paridad de género en los cargos directivos de la organización y adoptaron un programa a favor de los derechos de la mujer. En asociación con el Centro de Solidaridad, la CNTRV llevó a cabo recientemente un proyecto de liderazgo femenino a escala nacional, destinado a preparar a las mujeres trabajadoras para que asuman cargos directivos.
“Evidentemente, los resultados del informe resultaron chocantes, al constatar el grado de violencia en el lugar de trabajo”,
afirmó Trajano, quien forma además parte del Comité Ejecutivo de la Central Única dos Trabalhadores (CUT).
“Por otro lado, es una llamada de atención para que hagamos algo al respecto”, concluyó.
Este artículo ha sido publicado en Equal Times