28 octubre, 2020Una vez más, el pueblo de Bielorrusia se ha alzado contra Lukashenko y, una vez más, las autoridades han respondido con violencia y opresión.
Después de más de dos meses de manifestaciones contra las elecciones presidenciales fraudulentas en Bielorrusia, la dirigente exiliada Svetlana Tikhanouskaya convocó a una huelga nacional indefinida el 26 de octubre para poner fin a la dictadura. La huelga cuenta con un amplio apoyo de los trabajadores tanto en empresas privadas como públicas. Estudiantes y jubilados también se han unido a la manifestación.
No obstante, en contra de las normas laborales nacionales e internacionales ratificadas por Bielorrusia, el régimen está tomando medidas contra el derecho de huelga de los trabajadores a través de la manipulación, la intimidación y la violencia.
Las autoridades están intentando bloquear cualquier signo de resistencia en las grandes empresas públicas. El poder de Lukashenko se ha sustentado tradicionalmente por el apoyo electoral de los trabajadores de las grandes empresas públicas heredadas de la Unión Soviética. Sin embargo, dado que no ha podido plantear una salida a la crisis económica y política en Bielorrusia, Lukashenko ha perdido toda credibilidad entre los trabajadores.
A nivel de planta, las autoridades están intentando detener la huelga a través de una prohibición vinculada a las vacaciones, bloqueando el acceso de los trabajadores para evitar que se comuniquen entre colegas, transfiriéndolos a otros turnos y también despidiéndolos.
El Sindicato Libre de Trabajadores Metalúrgicos SPM, afiliado a IndustriALL, informó sobre el despido de cuatro de sus activistas de la planta de tractocamiones de Minsk, entre los cuales se encuentran Viktor Tchaikovski, dirigente local de SPM, y Alexander Lavrinovich, su suplente, que también es presidente del comité de la huelga.
En la mañana del 26 de octubre, se vieron autobuses con policía antidisturbios en muchas empresas grandes.
Muchos trabajadores que intentaron ejercer su derecho a manifestarse fueron detenidos. Hubo denuncias de golpizas violentas durante y después de estas detenciones. En Grodno Azot, una importante empresa química, al menos 30 trabajadores, y otras personas que los apoyaban, fueron detenidos y algunos violentamente golpeados.
En la noche anterior a la huelga anunciada públicamente, las autoridades intentaron detener a los dirigentes sindicales, como en el caso de los activistas sindicales de Belaruskali liderados por Siarhei Charkasau, el vicepresidente del sindicato independiente de Bielorrusia, BITU. Todavía se encuentran en la cárcel.
Las manifestaciones de la víspera de la huelga reunieron a alrededor de 100.000 personas en las calles de Minsk, según informaron los medios. Algunos sindicalistas fueron arrestados, como la presidenta interina de los Trabajadores de las Industrias Electrónica y de Radiocomunicaciones, Zinaida Mikhnyuk, quien fue arrestada junto con sus colegas en Brest el 25 de octubre y también sigue detenida.
Valter Sanches, el secretario general de IndustriALL, expresó:
“El derecho de huelga y a la libertad de expresión son fundamentales en una sociedad democrática, y actualmente están siendo totalmente vulnerados en Bielorrusia. Reclamamos que se ponga fin a la violencia contra los trabajadores y el pueblo de Bielorrusia y que se libere a los activistas y a los presos políticos”.
“IndustriALL reclama una investigación inmediata sobre el uso arbitrario del poder contra los manifestantes pacíficos y que se restaure la democracia para permitir que el pueblo elija a sus líderes libremente”.