27 julio, 2016Un estudio de la IndustriALL Global Union sobre los trabajadores precarios en Brasil ha puesto de manifiesto los costes financieros, psicológicos y físicos de la subcontratación en la vida de los trabajadores y de sus familias, en un país donde los trabajadores subcontratados representan el 27 por ciento (unos 13 millones) de la fuerza de trabajo en el sector estructurado.
Las detalladas entrevistas se realizaron con dirigentes sindicales y 22 trabajadores subcontratados en los estados de Sao Paulo y Bahia. Seis de los trabajadores eran mujeres y tres, migrantes, de Haití y Bolivia.
Todos los trabajadores están empleados por numerosas empresas subcontratistas que prestan servicios a siete empresas multinacionales y nacionales diferentes en los sectores de la industria química (plásticos, cosméticos, cuidado personal, productos farmacéuticos, tinta), y de la pulpa y el papel.
Discriminación y falta de perspectivas:
Los 22 trabajadores subcontratados informaron de peores condiciones de trabajo y salarios más bajos que los empleados directamente en el mismo cometido. En una empresa química, ganan la mitad que los empleados directos. También perciben menos prestaciones, si es que las tienen, y sobre todo su protección social es menor.
Nuestro plan de salud tiene una carga de entre 80-90 R$ (25-27 $ EE.UU.), en tanto que en la empresa principal es de 18 R$ (5 $ EE.UU.) y la cobertura es nacional. Si estoy fuera de la ciudad no puedo utilizar siquiera la mía.
Muchos trabajan más horas que los empleados directos. En un caso, los trabajadores subcontratados hacen 44 horas a la semana, y los empleados directos 39. Algunos tienen horarios de trabajo muy irregulares, mientras que los empleados directos tienen horarios fijos. Algunos trabajan los sábados, a diferencia de sus colegas.
Un trabajador ha realizado el mismo cometido administrativo durante 11 años en una empresa de la pulpa y el papel, pero con cinco subcontratistas diferentes. Debido a los cambios de empleador, el trabajador perdió las prestaciones de protección social y los aumentos de sueldo. Y finalmente perdió su empleo al subcontratarse su cometido a un proveedor remoto.
Algunos trabajadores dicen que no tienen acceso a la cantina, y cuando lo tienen el valor de su vale de comida es menor que el de los empleados directos. Tampoco tienen derecho a los servicios de transporte de la empresa ni a las salas deportivas y de ocio de los empleados directos.
Los trabajadores sufren profundamente esta discriminación. El desprecio y la indiferencia de los empleados directos de que son objeto les hace sentirse inferiores. Informan de que su trabajo no se valora ni se respeta. Trabajadores de mantenimiento dijeron que a los trabajadores subcontratados se les culpa siempre de cualquier problema, y otro afirmó que hay trabajadores permanentes que se burlan de ellos por sus uniformes amarillos de subcontratistas, exclamando cuando ven a un trabajador subcontratado. “¡Aquí vienen los canarios!”
Hice un curso mejor, pero con frecuencia fui tratado como trabajador de segunda clase, porque trabajaba para un subcontratista.
Lo que les ayuda a superar estos sentimientos es la solidaridad entre trabajadores subcontratados. Sin embargo, mientras que algunos buscan un trabajo mejor, o tratan de obtener más calificaciones, otros se sienten totalmente desalentados. Han perdido toda esperanza de nuevas perspectivas en su vida profesional. Ninguno de ellos esté interesado realmente en su trabajo.
Problemas de salud
Todos los trabajadores entrevistados informaron de un intenso ritmo de trabajo y gran presión, lo que genera mucho estrés. Algunos hablaban de casi el doble de presión de su empleador que en la empresa principal: “Era como tener dos jefes”.
Dos trabajadores migrantes en una empresa química realizan operaciones de carga y descarga de grandes pesos, haga el tiempo que haga, y sin guantes ni protección alguna. Ambos informaron de dolores de espalda, pero sólo pueden acceder al sistema sanitario brasileño básico. Sin embargo, los empleados directos de la empresa gozan de mejor protección de salud.
Un trabajador resultó herido en el trabajo, perdió parte de su visión y fue despedido. Afirmó que los trabajadores subcontratados van a trabajar aunque estén enfermos o lesionados, porque no se les paga si no acuden. Otros informaron de que los trabajadores subcontratados trabajan cuando están enfermos, porque temen ser incluidos en una lista negra o despedidos. Algunos de ellos no disponen siguiera de equipo de protección personal adecuado.
No recibimos ninguna prima de riesgo para la salud, pero manipulamos productos químicos, y las salpicaduras causan heridas en la piel.
En el sector de la confección, los trabajadores informaron de problemas de visión, debido a la falta de luz en el lugar de trabajo, y de dolores en los brazos y en la espalda.
Mala calidad de vida:
Me siento atrapado en medio de un sistema que me está destrozando.
Los trabajadores con horarios muy irregulares dijeron que es muy difícil construir una vida fuera del trabajo. Una trabajadora de la limpieza, que trabaja en tres lugares distintos, dijo que no tenía ningún control de sus horas de trabajo ni de los lugares a los que se la enviaba, por lo que es imposible crear una vida social. Los trabajadores obligados a hacer horas extraordinarias para complementar sus bajos salarios afirmaron que van directamente a casa a dormir para volver a trabajar al día siguiente. Algunos trabajadores perciben un salario tan bajo que muchas veces tienen que complementarlo con otro cometido después del trabajo, o incluso durante la hora del almuerzo.
Los trabajadores informaron también de otras consecuencias negativas del empleo precario:
El banco me denegó un préstamo para comprar un coche, y se lo concedió a un trabajador directo de la empresa por el cuádruplo del que yo solicité. Ese trabajador incluso gana menos que yo, pero el banco tiene más confianza en él porque está empleado directamente.
Explotación de los trabajadores migrantes:
Los trabajadores migrantes son particularmente vulnerables y se les explota fácilmente. Una de las trabajadoras de la confección entrevistada de Bolivia trabajó durante cinco años en talleres ilegales en Sao Paulo que producían para subcontratistas de grandes empresas de ropa. Vivía en el mismo lugar que trabajaba y no se le permitía salir. Realizaba 15-16 horas diarias por menos del salario mínimo legal y con mala comida. A pesar de cambiar de empleo varias veces, las condiciones eran las mismas. Incluso cuando finalmente consiguió un permiso de trabajo, sus empleadores la han seguido explotando, y su último empleador empezó a intimidarla al quedarse embarazada.
Nuestra rutina comenzaba todos los días entre las 6 o las 7 de la mañana, y trabajábamos hasta las 10 de la noche, en que se sirve la cena, con una pausa durante el día para el almuerzo. Sólo se nos permitía ducharnos tres veces a la semana. Probablemente cobraran 3,00 R$ (0,90 $ EE.UU. al día) por pieza, pero a nosotros se nos pagaba solamente 0,30 R$ (0,09 $ EE.UU.) por pieza. Nos dijeron que el resto del dinero correspondía a los gastos de alquiler y comida.
El papel de los sindicatos
Varios afiliados a la IndustriALL y sus confederaciones sindicales en Brasil luchan desde hace años para impedir la aprobación de un proyecto de ley en Brasil que permitirá a los empleadores privados subcontratar indiscriminadamente.
A menudo, los empleados de subcontratistas no pueden estar representados por los sindicatos de la empresa principal, ni saben qué sindicato les representa.
Los sindicatos de los empleados directos tratan de proteger los trabajadores subcontratados y de regularizar su situación. En una empresa farmacéutica, el sindicato ha logrado regularizar la situación del 50 por ciento de los trabajadores de subcontratistas. Uno de los trabajadores entrevistados se benefició de esta conquista, y podrá construir su casa e invertir en sus calificaciones, como consecuencia.
Otros trabajaron dijeron que el sindicato de la empresa principal ha asumido su causa, y ha discutido sus demandas con el empleador principal. En una empresa de la pulpa y el papel, el sindicato ha llevado a los tribunales el caso de empleados de subcontratistas que no perciben ninguna prima por riesgo para la salud.
Los sindicatos han denunciado activamente la situación de trabajadores migrantes en el sector de la confección. Según el sindicato de costureras de Sao Paulo, hay más de 100.000 trabajadores migrantes en la ciudad, en más de 7.500 talleres. El sindicato interviene en el Ministerio de Trabajo para identificar talleres clandestinos que explotan a los trabajadores y acompaña a los inspectores de trabajo en las visitas para asegurar que los trabajadores gocen de todos sus derechos y reciban lo que les corresponde.