23 septiembre, 2015Mientras millones de personas huyen de la persecución y la pobreza, los gobiernos europeos luchan por hallar soluciones en un espíritu de solidaridad y compasión. Tenemos que atender a los refugiados, en Europa y en otras partes del mundo.
El organismo de las NU para los Refugiados, UNHCR, señala que la gente ha tenido que escapar siempre de la persecución a tierras extranjeras. Se concedieron asilos hace ya 3.500 años como los primeros hitos de la civilización, durante el florecimiento de imperios en el Oriente Medio, incluidos los babilonios y los egipcios antiguos.
Sucedió también en mi familia. Durante la segunda guerra mundial, 70.000 niños fueron trasladados desde mi Finlandia natal a Suecia, escapando de los bombardeos. Incluida mi tía, que tenía 6 años, y decidió más tarde quedarse en el país, se casó con un noruego, dio nacimiento a mis dos primos suecos y se integró plenamente en la sociedad.
Hoy en día, al menos 60 millones en todo el mundo están huyendo de la pobreza, el hambre, la guerra y la persecución. La crisis internacional y el fracaso de los Estados son las principales causas de los movimientos de masas. Es evidente que con frecuencia no hay soluciones rápidas.
La secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, lo dice debidamente: “Esto no es sólo una crisis para Europa; es una crisis mundial. Con unos dos millones de refugiados ya en Turquía, el mundo se enfrenta al mayor movimiento migratorio en 70 años, pues la gente huye de los conflictos armados y de la pobreza extrema. Hasta que se resuelvan las razones fundamentales que obligan a las personas a huir de su patria, la presión migratoria seguirá aumentando. La gente común, como individuos y a través de sus sindicatos, grupos comunitarios y religiosos y clubes deportivos, está mostrando el camino a los políticos: la solidaridad y la compasión deben ser los principios rectores en esta y en cualquier otra crisis humanitaria.”
La CSI hace un llamamiento a los líderes del G-20 para que asuman la responsabilidad de soluciones globales en la Cumbre de noviembre, para poner fin a los conflictos, particularmente e Iraq y en Siria, que están impulsando la crisis migratoria.
En ninguna parte es la situación más dramática y se necesita más la paz que en Siria; 200.000 civiles en su mayoría inocentes han perdido la vida, unos siete millones de personas están desplazadas en el interior del país, y cuatro millones de refugiados han abandonado Siria.
Esta semana me he reunido con nuestros afiliados italianos en Roma. Dijeron claramente que los sindicatos pueden y deben ser parte de los esfuerzos para tratar de hallar soluciones, y educar a sus miembros para combatir las reacciones xenófobas y racistas que se están extendiendo por toda Europa.
Los afiliados alemanes a la IndustriALL están mostrando el camino. IG Metall pide a sus miembros, oficiales y comités de empresa que muestren su solidaridad con los refugiados y movilicen a todos los sectores de la sociedad para trabajar por su integración en ella. El sindicato destina 500.000 euros a sus unidades locales para promover actividades en beneficio de los refugiados.
En la industria química, los interlocutores sociales IG BCE y la BAVC de los empleadores anunciaron a mediados de septiembre que iban a abrir su actual programa ‘Start work’ (Empezar a trabajar) de un año a los refugiados para facilitarles la búsqueda de empleo, incluido un curso de alemán.
Todos los sindicatos insisten en que no se puede utilizar a los refugiados para reducir la protección social y otros elementos esenciales del mercado de trabajo. Es preciso asegurar los derechos fundamentales de todos los trabajadores.
Jyrki Raina
Secretario General