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11 diciembre, 2017Un nuevo tratado comercial entre el Mercosur y la Unión Europea se avecina, y las consecuencias para los trabajadores del bloque sudamericano distan de ser beneficiosas
La Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se desarrolla del 10 al 13 de diciembre en Argentina, y podría auspiciar la firma de un nuevo acuerdo comercial entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea (UE).
Las negociaciones entre los bloques se desarrollan desde hace 20 años, habiéndose interrumpido en varias oportunidades. En 2016 los dos bloques intercambiaron ofertas nuevamente, y desde entonces realizan rondas negociadoras a una velocidad sorprendente y preocupante.
Quienes critican al acuerdo, aseguran que dicha prisa puede deberse al avance del neoliberalismo en los países del Mercosur y en América Latina, con Gobiernos como el de Mauricio Macri en Argentina, o el de Michel Temer en Brasil.
En ambos países se impulsan reformas a las leyes laborales y privatizaciones de las empresas estatales que ignoran los derechos sociales y medioambientales, lo que constituye un escenario ideal para el accionar de las grandes multinacionales.
No es la primera vez que se intenta alcanzar un acuerdo de libre comercio nocivo con los países y trabajadores que integran el Mercosur. El gobierno de Bill Clinton de Estados Unidos lanzó un proyecto en 1994 llamado Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que buscaba conformar un área de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
Beneficiaba esencialmente a las empresas de EEUU, quienes podían relocalizar parte de su producción hacia economías con mano de obra más barata. Los movimientos sociales y populares en América Latina conformaron grandes colectivos de resistencia y alzaron su voz contra el proyecto.
Fue en la Cumbre de las Américas de 2005, desarrollada en Mar del Plata, Argentina donde finalmente el proyecto no prosperó. Doce años después se presenta un nuevo tratado con el Mercosur pero con la UE, que tiene riesgos aún mayores que el ALCA.
Principalmente se debe a que atenta contra las posibilidades de industrialización y desarrollo futuro en la región, con consecuencias irreversibles para la industria: Se reducirán brutalmente los márgenes aplicables de políticas industriales, comerciales y tecnológicas en los países del Mercosur.
Además, promovería el desempleo en los países del Mercosur, porque al reducir las tarifas de importación para productos manufacturados por Europa, las empresas latinoamericanas no podrían competir y desaparecerían.
Con la firma del acuerdo, la UE también accedería, por ejemplo, a la compra de tierras y a la utilización de recursos naturales de estos países, lo cual tendría duras consecuencias para las comunidades campesinas y de pueblos originarios.
El problema central del tratado, en el caso del bloque sudamericano, es que las negociaciones se realizaron en absoluto secreto y con una total falta de transparencia respecto de la sociedad civil. De este modo, el tratado contempla únicamente los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, haciendo a un lado el debate sobre las democracias y los derechos laborales fundamentales.
"Una vez más Argentina será sede de la Conferencia Ministerial de la OMC, y nuevamente los movimientos sociales de América Latina lucharán unificados contra el poder del capital global, en defensa de los intereses de la sociedad civil, y en busca de una nueva victoria"
concluyó el secretario regional de IndustriALL Global Union, Marino Vani.