10 agosto, 2022En el sector textil y de la confección, algunas de las prácticas de compra de las marcas mundiales están aumentando el riesgo de abusos que afectan a las trabajadoras en el extremo más alejado de la cadena de suministro.
Se han informado numerosos casos de atentados graves contra los derechos de los trabajadores en las fábricas de ropa de Asia del Sur, donde se lleva a cabo la mayor parte de la producción para las marcas mundiales de este sector. Las mujeres, que componen más del 80 por ciento de la mano de obra de la industria, sufren acoso sexual en el trabajo de forma cotidiana. Los sindicatos afiliados a IndustriALL en la región han señalado repetidamente el problema, que ha empeorado con el tiempo a medida que la producción se adapta a las necesidades tan cambiantes del sector.
El abuso hacia la mujer es sistémico, y el patriarcado, profundamente arraigado, desempeña un papel vital cuando se trata de mantenerlas controladas en los talleres. El abuso de autoridad por parte de los hombres se manifiesta a través del acoso y la violencia de género. Estas agresiones se manifiestan, por ejemplo, como manoseos, caricias, acercamientos indebidos, golpes, bofetadas, jalones de cabello, comentarios ofensivos sobre el cuerpo, chistes sexuales, gestos obscenos y mensajes de texto ofensivos.
La dirección también emplea la violencia como una herramienta para garantizar la productividad. Las mujeres son constantemente objeto de burla, tanto por no trabajar lo suficientemente rápido como para alcanzar el objetivo de producción como también por tomar descansos para ir al baño, su atuendo, la menstruación y el embarazo. En la India, una integrante de un sindicato afiliado a IndustriALL relató que su supervisor la había amenazado con violarla si no terminaba su trabajo.
En Sri Lanka y Bangladesh, otros afiliados denunciaron que es común que los directores y supervisores de producción busquen mantener relaciones sexuales con sus empleadas y prometan recompensas a cambio, como aumentos salariales y reducciones del volumen de trabajo. Las que rechazan estas ofertas corren el riesgo de sufrir castigos, tales como perder su empleo, debido a la relación de poder desigual establecida entre los supervisores masculinos y las trabajadoras. Las amenazas de despido también se utilizan con frecuencia para “disciplinar” a las trabajadoras en el taller.
Anton Marcus, secretario general del Sindicato de Empleados de Zonas Francas y Servicios Generales, afiliado a IndustriALL, expresó:
“Las trabajadoras sufren acoso sexual y maltratos no solo en el taller, sino también mientras se desplazan al trabajo y en los albergues donde se alojan. Hemos visto que, en comparación con sus colegas masculinos, las operarias de máquinas son objeto de mayores críticas y abusos por parte de sus supervisores”.
El estigma asociado con las denuncias de acoso sexual y la laxitud en la aplicación de las normas disuaden a las víctimas de exponer estos abusos. Esto, a su vez, anima a los agresores a continuar con esta conducta. En los casos en que las mujeres sí denuncian, suelen ser penalizadas por la dirección con el fin de sentar un precedente que mantenga a raya a sus compañeras. O bien se las despide por cargos sin fundamentos, o se hunden en una espiral de abuso continuo donde sus exigencias aumentan, se les niega la licencia o se les retienen sus salarios por razones arbitrarias. A veces se las transfiere a puestos de trabajo precarios. Por estos motivos, dar respuesta a los casos de acoso sexual es extremadamente difícil para los afiliados en la región.
El acoso sexual desenfrenado denunciado por nuestros afiliados representa un riesgo no solo para quienes que lo sufren, sino también para las marcas que se abastecen de estos lugares de trabajo. En última instancia, estas últimas son responsables por las condiciones laborales en sus cadenas de suministro y, por lo tanto, deben garantizar que las mujeres que producen para ellas estén seguras en sus lugares de trabajo.
Actualmente, además de los recursos jurídicos disponibles, existen otros medios, como el mecanismo de quejas del Consejo de Sostenibilidad del Sector de Prendas de Vestir (RMG Sustainability Council) y los comités nacionales de supervisión creados en virtud del acuerdo marco internacional suscrito entre IndustriALL y H&M, que pueden utilizarse para hacer frente a los casos de acoso sexual. Los afiliados están capacitando a sus miembros en el uso de estos mecanismos para combatir estos abusos. Las marcas también deberán poner de su parte al exigirles a sus proveedores que los sigan y respeten.
La secretaria regional de IndustriALL para Asia del Sur, Apoorva Kaiwar, expresó:
“La lucha contra el acoso sexual y la violencia de género es una parte integral de la lucha por el trabajo digno en las cadenas de suministro. La responsabilidad de enfrentar estas conductas tóxicas en la cadena de suministro de las prendas de vestir recae, en última instancia, en las grandes marcas minoristas que se benefician de ellas. La acción colectiva es necesaria asegurarse de que las marcas asuman su responsabilidad”.