7 febrero, 2013Fuera de la reunión anual de empresas mineras y altos funcionarios gubernamentales de África, activistas protestaron por la exclusión de la sociedad civil que representa a los verdaderos propietarios de la riqueza mineral del continente cantando “nada sobre nosotros sin nosotros”.
En su 19º año, Indaba no es un asunto pequeño; 7.500 participantes y la representación de 1.800 compañías se han reunido en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) en el acontecimiento que tuvo lugar del 4 al 7 de febrero. Los delegados provinieron de 100 países y, además de los que representaban a la minería y al Gobierno, hubo una buena muestra de la representación de los servicios, en particular de los que representan a sociedades financieras.
Sudáfrica tiene vivo interés en mostrar “lo de siempre”, después del incidente de Marikana en el que 34 mineros murieron por disparos de la policía en agosto del año pasado, la violencia conexa y los elevados niveles de conflictividad laboral en el sector minero en la casi totalidad del segundo semestre de 2012.
‘No más Marikanas, por favor”, es lo que el Gobierno pide a las empresas. La ministra de Recursos Minerales, Susan Shabangu, dio a las empresas la seguridad de que Sudáfrica no nacionalizará las minas y pidió que se pusiera fin a las discusiones y a los debates sobre la nacionalización. Es al Gobierno a quien incumbe, a fin de cuentas, la responsabilidad de recuperar la confianza de los inversores, pero las empresas tienen que asumir la que les corresponde, que Shabangu describe como la indispensable mejora de las condiciones laborales en las minas y la necesidad de evitar los conflictos de trabajo.
Parece un planteamiento muy comedido, pero Shabangu ha sido criticada por no ser suficientemente suave con las empresas mineras, malparadas por los acontecimientos de 2012, y en particular su firme oposición a las intenciones de Anglo Platinum de despedir a 14.000 trabajadores. Anglo Platinum, que registró pérdidas en 2012, espera que los trabajadores soporten la peor parte de la situación, culpándolos de los dos meses de huelga en sus operaciones de Rustenburg. Sin embargo, Anglo Platinum seguía una trayectoria desfavorable antes del malestar laboral, como resultado de insumos muy costosos, en particular la electricidad y el agua, y de los bajos precios del platino. Anglo Platinum controla la mayor parte de la producción mundial de platino, por lo que puede aumentar la demanda y el precio del platino reduciendo su producción. La compañía piensa hacer precisamente eso cerrando dos de sus minas y vendiendo otra.
A la entrada en Ciudad del Cabo desde el aeropuerto hay un cartel que dice cómo Anglo Platinum cumple su promesa de construir 26.000 casas. Pero debería haber otro que dijera “Amplats da y Amplats quita”, en referencia a los hogares que pueden quedarse sin vivienda cuando 14.000 cabezas de familia pierdan sus empleos, suponiendo que lo primero que puedan perder sean sus casas.
La necesidad de equilibrar el giro con los recursos necesarios respecto a la responsabilidad social empresarial con una buena dosis de realidad es una de las principales razones de que la sociedad civil trabaje sobre cuestiones del sector extractivo más bien que en una Mining Indaba alternativa. Es un acto paralelo al gran espectáculo; el precio de la entrada a Mining Indaba se ha fijado para que no esté al alcance de la sociedad civil, asegurando así su exclusión.
La sociedad civil llama la atención sobre las cuestiones políticas y sobre las acciones y el impacto de las compañías mineras que debilitan a los trabajadores, las comunidades y el medio ambiente. Este año ha profundizado en los problemas subyacentes que Marikana dio a conocer al público, y se está prestando gran atención a las malas condiciones de las comunidades que viven cerca de las minas; la pobreza absoluta en los entresijos de la riqueza absoluta.