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La lucha contra Tesla continúa en Suecia

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8 julio, 2024La oposición de ciudadanos y sindicatos a los métodos de la firma americana Tesla persiste en Europa. Mientras los planes para ampliar la planta de producción alemana de Grünheide, cerca de Berlín, siguen encontrándose con la oposición de los activistas medioambientales locales, la huelga de los mecánicos de Tesla, secundada por un amplio boicot intersectorial, se prolonga en Suecia ya casi ocho meses.

En Malmö, al sur del país, IF Metall, el sindicato sueco de trabajadores del metal, ha colgado una gran pancarta en la verja de un concesionario Tesla, con un mensaje unívoco –“KONFLIKT”– y el subtítulo “I Sverige kör vi med kollektivavtal” (“En Suecia trabajamos con un convenio colectivo”).

Al otro lado de la calle, dos de los mecánicos, ataviados con chalecos de seguridad con los colores de IF Metall, mantienen este mes de mayo un piquete de huelga contra Tesla. Las condiciones de trabajo y la relación con sus superiores son las razones por las que Janis Kuzma y su colega [que prefiere permanecer en el anonimato] decidieron unirse al movimiento puesto en marcha por IF Metall.

“Si compartes puntos de vista distintos, te arriesgas a que te despidan”

Janis Kuzma comienza actualmente su octavo mes de huelga. Fue el primero en dejar las herramientas el pasado mes de octubre. “En el verano de 2023, a pleno rendimiento, éramos 15 en el taller, un espacio reducido donde nos atropellábamos unos a otros”, explica. A eso hay que añadir el estrés y, según su colega, una mala gestión de la planificación.

“Muchos estaban a menudo de baja por enfermedad porque se encontraban física y mentalmente agotados”,

señalan. Cada mecánico tenía que ocuparse cada día de cinco vehículos.

Y si uno de ellos se quejaba,

“la directora de Recursos Humanos le advertía que Tesla no estaba hecha para todos y que era libre de marcharse”.

Martin Berglund, mediador de IF Metall, menciona el falso carácter familiar que intenta transmitir Tesla:

“La comunicación interna de Tesla se basa en considerar a sus empleados como una familia”, explica. “Pero, en realidad, Tesla está creando una entidad en el marco de la cual elude a diario las normas y los reglamentos”.

Lo que choca a Janis es la total falta de diálogo con sus superiores.

“Si no estás de acuerdo con todo y tienes puntos de vista distintos, te arriesgas a que te despidan”,

añade.

IF Metall ha acusado recientemente a Tesla de rescindir ilícitamente un contrato de trabajo. En el taller de Umeå, un trabajador fue despedido antes de lo estipulado en su contrato: a los cinco meses en lugar de seis. Según la información facilitada por el sindicato IF Metall, la empresa no adujo ninguna razón válida para justificar el despido y, pese a las negociaciones, no se llegó a ningún resultado favorable para el mecánico. Convencido de que el despido del trabajador estaba relacionado con su participación en la huelga, el sindicato decidió interponer una denuncia ante el Tribunal Laboral. De momento es el único huelguista de Tesla al que se le ha rescindido el contrato.

La negativa de Tesla a respetar el sistema sueco

En Malmö, siete mecánicos han abandonado ya sus puestos de trabajo desde el inicio del conflicto, y, a escala nacional, más de una treintena de empleados han plantado cara al fabricante de vehículos eléctricos. Su reivindicación, inamovible, se resume en una sola frase: quieren que se firme un convenio colectivo. Es decir, un acuerdo entre la empresa y los trabajadores, por mediación de los sindicatos, que determine las condiciones de trabajo y de producción. Pero por el momento Tesla no parece estar dispuesta a ceder.

El convenio colectivo es el alfa y el omega del sistema sueco, donde el Código Laboral es sucinto. El Estado otorga a las empresas y a los sindicatos del sector mucha libertad para negociar las condiciones de empleo (salarios, contratos, etc.), de trabajo (jornada laboral, seguridad, etc.) y las prestaciones sociales (pensiones, vacaciones, etc.).

Los convenios colectivos, aunque no son obligatorios, estructuran el equilibrio de poder entre empleadores y trabajadores, tanto en el sector privado como en el público, y garantizan cierta estabilidad y equidad en el sector económico.

En Suecia, casi el 90 % de la población activa está cubierta por un convenio colectivo en todos los sectores.

El conflicto entre Tesla y sus empleados radica en la rotunda negativa de la marca americana a firmar un acuerdo. Desde otoño de 2022 hasta verano de 2023, IF Metall trató de negociar con Tesla la elaboración de un convenio colectivo. Sin embargo, los directivos de la marca se niegan a firmar un convenio “por principio”, añadiendo que los derechos sindicales no forman parte del “concepto de la empresa”. En este sentido, el director general de Tesla, Elon Musk, dijo abiertamente el pasado mes de noviembre: “No me gusta la idea de los sindicatos; crean una situación de señores y campesinos”, añadiendo que “los sindicatos generan negatividad en la empresa”.

En su preaviso de huelga, IF Metall insiste en que se trata simplemente de “crear una situación de orden, evitando el conflicto”. El convenio proporcionaría seguridad tanto para los empleados como para los empleadores:

“El convenio garantiza que nadie pueda hacer huelga para obtener mejores condiciones que las previstas por el mismo”.

Un amplio movimiento de solidaridad, más allá de las fronteras

A las puertas del taller de Malmö, los dos huelguistas no están solos en el piquete. Junto a ellos, otros cuatro empleados hacen turno. Y estos no trabajan para Tesla, sino en ventas, en contabilidad o incluso en el sector hospitalario, pero se han tomado su media jornada para cubrir el relevo de los mecánicos frente a las pancartas y garantizar una presencia.

El piquete de huelga refleja la situación del país. Estibadores, camioneros y electricistas encargados del mantenimiento de los puntos de recarga de los coches han empezado a boicotear a Tesla para solidarizarse con los mecánicos de los talleres, y varios gremios se han unido a la lucha de IF Metall, desde el sindicato de músicos hasta el de trabajadores de correos.

“Los trabajadores portuarios siguen negándose a descargar los coches fletados por barco”

explica Johan Järvklo, secretario internacional de IF Metall, con lo que

“Tesla importa ahora sus vehículos por camión”.

En Vetlanda, los empleados sindicalizados de la empresa Hydro se han negado, por su parte, a fabricar piezas para Tesla.

Las muestras de simpatía se han extendido incluso más allá de las fronteras suecas. El pasado mes de diciembre, el sindicato de transporte danés 3F Transport anunció un bloqueo de los coches del fabricante en los puertos, iniciativa a la cual se han sumado Fellesforbundet en Noruega y AKT en Finlandia.

Y la lista sigue creciendo. A principios de mayo, Unionen, una organización sindical de directivos y oficinistas, secundó la huelga en los talleres de Tesla, a raíz de lo cual los empleados de DEKRA International dejarán de inspeccionar los productos fabricados por la marca estadounidense.

“En Estados Unidos y Alemania, los sindicatos también luchan por un convenio colectivo”, explica Johan Järvklo. “Se trata en realidad de una lucha mundial en la que Suecia es actualmente el escenario principal”.

En la única planta europea de Tesla en Grünheide (Alemania), el sindicato IG Metall, homólogo de IF Metall, accedió por primera vez al comité de empresa con ocasión de las últimas elecciones internas celebradas a principios de 2024. Sin embargo, el sindicato no logró la mayoría absoluta y, por lo tanto, no estaba legalmente en posición de negociar un convenio colectivo en materia de salarios, entre otras cuestiones. IG Metall está trabajando activamente en el reclutamiento de nuevos miembros para cambiar esta situación.

La violación del derecho a la negociación colectiva está cada vez más extendida. De hecho, se ha constatado en más de la mitad de los países europeos en 2023, y en el 73% de los países del mundo, según señala la Confederación Sindical Internacional en su último informe anual, el Índice Global de los Derechos.

Razón de más para que IF Metall lleve la huelga hasta el final.

“Se trata de los derechos de los trabajadores y de su poder de negociación, lo cual es vital”,

añade Järvklo.

“No queremos que las próximas empresas sigan el mismo camino y rechacen también los convenios colectivos."

Tras ocho meses de lucha, el sindicato no tiene ninguna intención de rendirse. Una situación parecida se dio en 1995, cuando los empleados suecos de Toys’r’us estuvieron luchando durante tres meses para conseguir un convenio.

Esquiroles para obstaculizar el movimiento

Anders Kjellberg, sociólogo de la Universidad de Lund y especialista en sindicatos, considera que esta huelga se diferencia de los recientes movimientos sociales por una razón: Tesla rechaza entablar negociaciones y recurre a esquiroles.

“Los huelguistas han sido sustituidos por 23 trabajadores venidos del extranjero”,

explica Kjellberg, que cree que esta estrategia no tiene precedentes.

“En 1995, Toys’r’us eludió la huelga recurriendo a esquiroles de la propia fábrica. En este caso, Tesla importa mano de obra de sus talleres de Europa”.

Es un problema para el movimiento, que, en su opinión, está perdiendo eficacia.

Aparte de los esquiroles, Janis y su colega tienen dudas sobre el nuevo personal contratado en el taller de Malmö.

“Ahora, para ser contratado en el taller, basta con mostrar un gran interés por Tesla”, explican. “Las cualificaciones no son indispensables”.

Un responsable comercial saca un coche del taller para que lo revisen. Hace un ruido sospechoso, un roce a nivel de las ruedas. Janis, que mantiene una buena relación con sus colegas, se aproxima al vehículo y enseguida se da cuenta de que las ruedas delanteras y traseras están invertidas. “Esto es fruto de la falta de experiencia y del estrés”, señala.

Según los huelguistas, con el nuevo personal, el ritmo de trabajo del taller se ha ralentizado. En el interior del garaje cuelga una pancarta en la que aparece un puercoespín con chaleco amarillo y la frase:

“Tack, det är bra” (“Gracias, es magnífico”, en sueco).

Es la forma que tiene Tesla de hacerles saber que se apaña perfectamente sin ellos y sin convenios.

“There is power in a union”

Esta pancarta simboliza la indiferencia de Tesla ante este conflicto. Sin embargo, IF Metall no tiene intención de rendirse ante la multinacional. El sindicato sueco está discutiendo con sus homólogos (IG Metall en Alemania y United Auto Workers (UAW) en Estados Unidos) la adopción de una estrategia global para proseguir la lucha.

El pasado 13 de junio, en la asamblea anual de accionistas de Tesla, un grupo de inversores solicitó al Consejo de Administración que adoptara una política de respeto por el derecho de asociación y de negociación en el seno de la empresa.

“La propuesta se había redactado en cooperación internacional con varios sindicatos de trabajadores”,

subraya Johan Järvklo. Pero fue rechazada por la asamblea.

Janis no ve otra alternativa.

“Seguiré en huelga durante meses, o incluso años, para conseguir este convenio colectivo. No lo hago tanto por mí sino por la nueva generación, para que puedan tener buenas condiciones de trabajo”.

Es el momento del relevo en el piquete de huelga. Janis se va a comer. Pero antes de marcharse lleva a cabo su ritual: circular frente al concesionario, con las ventanillas bajadas, subir el volumen de los altavoces al máximo y poner la canción There is power in a union, el himno punk rock compuesto por el cantante británico Billy Bragg en 1986.

Este artículo fue publicado inicialmente en Equal Times

Foto: Guillaume Amouret