12 septiembre, 2014El 11 de septiembre marcó el segundo aniversario del mortal incendio en una fábrica propiedad de Ali Enterprises en Karachi. El incendio fue uno de los peores accidentes industriales de Pakistán; murieron 259 trabajadores, muchos resultaron gravemente heridos y 1.500 se quedaron sin empleo.
Fue un desastre que se esperaba sucediera. Ali Enterprises no estaba registrada con arreglo a la Ley de fábricas de Pakistán; la estructura del edificio no estaba aprobada legalmente por la autoridad de construcción; la mayoría de los trabajadores carecían de cartas de nombramiento; todos trabajaban según un sistema ilegal de contacto de tercera parte en el que se realizan entre 10 y 14 horas diarias sin horas extraordinarias, y la mayoría de los trabajadores no estaban registrados en el Instituto de Seguridad Social y Prestaciones de Vejez, lo que es obligatorio. Y, al no haber sindicato, no existía derecho a la negociación colectiva.
En un giro irónico de los acontecimientos, la fábrica había recibido la aprobación de una compañía internacional de auditoría social tan sólo dos semanas antes de desatarse el infierno, en la que se certificaba que todo se ajustaba a las normas.
El fuego convirtió la fábrica en una trampa mortal. Más de 600 trabajadores quedaron atrapados en el interior, y la fábrica carecía de sistema de extinción de incendios, todas las ventanas estaban cerradas y cubiertas con barras de hierro y todas las puertas de salida se habían bloqueado adrede, impidiendo que salieran los trabajadores antes de que toda la mercancía se rescatara del fuego.
Tras pasar cinco meses en la cárcel, los propietarios de Ali Enterprises fueron puestos en libertad bajo fianza.
Pocos sindicatos en la industria de la confección
La industria de la confección representa el 65 por ciento de la economía de Pakistán. El 60 por ciento de los trabajadores del país en el sector del vestido confeccionan ropa fabricada totalmente con algodón.
El mortífero incendio de hace dos años provocó un pequeño debate sobre la seguridad en el trabajo y las condiciones laborales, pero en un país con 60 millones de trabajadores sin derechos laborales básicos ese debate duró poco.
Tradicionalmente, los propietarios de las fábricas y la administración local han desestimado las tentativas de formar sindicatos. Como consecuencia, menos del dos por ciento de los trabajadores de la confección están sindicados.
El afiliado de Pakistán a la IndustriALL Global Union, la National Trade Union Federation (NTUF), aunó fuerzas con otras organizaciones laborales y de derechos humanos para dar con los responsables de la tragedia.
Se creó una comisión para conocer la causa y la responsabilidad del incendio. Se presentó un informe al Gobierno con los resultados, pero incluso dos años después de la tragedia el Gobierno se niega a hacerlo público.
Algunas familias de los trabajadores fallecidos han recibido una indemnización parcial, pero muchas otras la siguen esperando. Debido a la presión de los sindicatos internacionales y nacionales y a las organizaciones laborales, la marca alemana Kik, que se abastecía de la fábrica, se ha comprometido a aportar 1 millón USD como indemnización inicial.
Nasir Mansoor, vicesecretario general de la NTUF, dice:
“Hemos logrado esto gracias a una gran muestra de solidaridad mundial, pero todavía tenemos que recorrer un largo camino. En países como Pakistán, donde la injusticia se convierte en ley, los trabajadores no tienen otra opción que iniciar la resistencia.”
La secretaria general adjunta de la IndustriALL Monika Kemperle dice:
“Las fábricas de textiles inseguras no se encuentran sólo en Bangladesh. Los problemas son muchos y complicados en Pakistán, y no hay Acuerdo sobre seguridad contra incendios y de los edificios para establecer normas jurídicamente vinculantes.”
El aumento de la afiliación sindical y el logro de la negociación colectiva son pasos importantes. Apoyamos el trabajo de nuestros afiliados para que la industria de la confección en Pakistán sea segura.