16 octubre, 2020Durante su reunión general anual virtual de accionistas e inversionistas, la gigante minera BHP, que afirma operar con integridad y responsabilidad y es la empresa más grande del mundo en el sector minero por capitalización de mercado, se negó a reconocer su responsabilidad en el conflicto de El Cerrejón.
Durante la reunión general anual (AGM), IndustriALL planteó la cuestión de un aparente doble rasero en la forma en la que BHP está lidiando con la COVID-19. En Australia y Canadá, la empresa ha logrado dar respuestas adecuadas al virus, lo que contrasta fuertemente con su manejo deficiente de la pandemia en Chile, Perú y Colombia.
En marzo, los trabajadores de la mina Spence, ubicada en Chile y propiedad de BHP, tuvieron que hacer paro durante 24 horas para obligar a la empresa a tomar las medidas de protección adecuadas contra la COVID-19.
A fines de agosto, los sindicatos afiliados en Perú, Chile y Colombia informaron acerca de un aumento en la cantidad de infecciones en las minas de BHP, tanto en las operativas como en las no operativas. A su vez, el sindicato Sintracarbón, afiliado a IndustriALL, reportó más de 250 casos de COVID-19 solamente entre los mineros de El Cerrejón, Colombia, así como cuatro sospechas de muerte por esta enfermedad (tres empleados directos y un contratista).
El director de minería de IndustriALL, Glen Mpufane, preguntó a la junta directiva:
“BHP se compromete a defender los Principios rectores de las Naciones Unidas sobre empresas y derechos humanos, lo que indicaría que respalda el principio de respetar, de manera igualitaria, los derechos humanos de las personas en todos los países donde opera. Entonces, ¿cómo explica BHP la disparidad entre su gestión de la COVID-19 en los países industrializados con respecto a la que realizó en los países de menores ingresos?”
A pesar de los testimonios de los trabajadores, BHP se negó a reconocer diferencia alguna.
Las operaciones en la mina de carbón de El Cerrejón en Colombia, en la que BHP posee una participación del 33 por ciento, se paralizaron el 31 de agosto. El sindicato Sintracarbón, afiliado a IndustriALL, impulsó una huelga luego de rechazar un cambio en los turnos que agregaría 72 días de trabajo al año sin aumento salarial.
Lo que los trabajadores llaman el “turno de la muerte” también reduciría la cantidad de empleos en un 25 por ciento y supondría una carga enorme para la salud, el bienestar y la vida familiar del personal restante.
Aunque el director ejecutivo de BHP, Mike Henry, en respuesta a la carta en la que Valter Sanches pidió a BHP que resuelva la huelga, hizo énfasis en la necesidad de dialogar para solucionar esta situación, el presidente de la junta directiva, Ken Mckenzie, se negó rotundamente a entablar un diálogo con IndustriALL Global Union.
Glen Mpufane había preguntado lo siguiente:
“¿Iniciará BHP un diálogo significativo con IndustriALL Global Union a fin de garantizar que se mantengan los más altos estándares laborales en todas sus operaciones y que los desafíos que plantea la pandemia puedan abordarse mediante un diálogo social significativo?”