17 enero, 2023Tras la crisis de los últimos tres años debido al Covid-19, en todo el mundo sigue la incertidumbre para millones de trabajadores y trabajadoras, ya que la clase trabajadora se encuentra en medio de una crisis por el bajo nivel de los salarios. En el hemisferio sur, la situación es muy grave para los trabajadores/as en los sectores del textil, cuero, calzado y de la confección, que laboran en condiciones precarias y donde los sueldos se han estancado, desvalorizándose cada vez más su valor real.
Artículo de fondo Del nº2 de Global Worker Noviembre de 2022 | |
Regiones: Africa & Asia Tema: the wage crisis Texto: Kalyani Badola & Elijah Chiwota |
En África Subsahariana y el sur de Asia, los trabajadores/as en los sectores del textil y de la confección son los más afectados por la crisis de sueldos bajos, soportando miseria a pesar de contar con puestos de trabajo a tiempo completo.
Lo que ganan no es suficiente para comprar alimentos, pagar la vivienda, movilización para ir al trabajo, pagar por el cuidado y la educación de los niños, ni otros gastos diarios cuyo costo está aumentando vertiginosamente. A nivel mundial, la tasa de inflación está en un promedio aproximadamente de un 7% - lo cual es un alza enorme en comparación con el 4% y 3% que se había registrado en 2020 y 2021 respectivamente. En casos extremos como Zimbabue, la inflación está por las nubes, en un 280%.
La crisis salarial comenzó antes de la pandemia de Covid-19. En 2018, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó un informe sobre el estancamiento salarial sin precedentes que se había producido en todo el mundo. Esto se confirmó en el Informe Mundial sobre Salarios 2020-21 de la OIT, que señala que la tasa de inflación en la región de Asia-Pacífico era de 4,52% en 2017, 3,33% en 2018, y 3,63% en 2019. Sin embargo, el aumento promedio de los salarios reales para esos períodos fue de 1,8%, 1,6% y 1,7%, lo cual demuestra claramente que los aumentos salariales no coincidían con la tasa de inflación.
Sin embargo estos trabajadores/as con bajos salarios producían ganancias: con ellos, las empresas lograban beneficios mientras que los sueldos de los trabajadores/as disminuían de modo sistemático y generalizado. El informe de la OIT destaca el hecho de que en la región del sur de Asia, la productividad de la mano de obra aumentó entre 2010 y 2019, en tanto el salario mínimo no aumentó en la misma proporción. Por ejemplo, en Sri Lanka y Bangladesh, el aumento de los sueldos ha sido negativo durante los últimos diez años. El informe también destaca el hecho de que en 2019 el salario mínimo en Bangladesh ni siquiera había alcanzado el umbral internacional de la pobreza, de US$ 2,15 por persona por día.
Actualmente, con un alto nivel de inflación en toda la región, se ha vuelto más precaria la situación de la fuerza de trabajo. En septiembre, el aumento del precio de los alimentos subió a un 95% en Sri Lanka. En Pakistán, la inflación del precio de los alimentos alcanzó 32%, en momentos en que el país sigue luchando por la destrucción provocada por las enormes inundaciones que encarecieron los precios que ya habían aumentado. En Bangladesh y Nepal, la tasa de inflación es de alrededor del 9%.
Las mujeres que trabajan en los sectores de la confección y textil fueron el grupo más afectado por los bajos salarios, y se produjeron deficiencias de la seguridad social debido a regulación ineficiente e inadecuada. La mayor parte de la fuerza de trabajo recurrió a eliminar comidas, retirar sus niños de las escuelas, o pedir préstamos con tasas de interés muy altas. Otro informe de la OIT también encontró que, cuando las fábricas volvieron a abrir tras los cierres de Covid-19, los salarios medios de trabajadores/as de la confección bajaron en términos de sus ingresos reales. Esto hizo que fuera prácticamente imposible cumplir con las normas del costo de la vida en el sur y sudeste de Asia. La situación no ha mejorado desde entonces.
Por ejemplo, en Sri Lanka a los trabajadores/as de la confección se les paga tan solo 16.000 LKR (US$ 44), el salario mínimo nacional que no se ha aumentado en la misma proporción que la inflación. En Bangladesh, la última vez que se ajustó el salario mínimo fue hace cuatro años, y actualmente es de BDT 8.000 (US$ 79). Estos salarios mínimos ni se aproximan a los salarios dignos necesarios para tener un nivel de vida decente.
En Pakistán, tras una prolongada campaña de los afiliados de IndustriALL y trabajadores/as del sector de fabricación de alfombras, el gobierno de Punjab anunció un aumento salarial de 2.500 PKR (US$ 11) para los trabajadores/as industriales a partir de junio de 2021. Pero como los empleadores no cumplieron con la orden del gobierno, los sindicatos tuvieron que recurrir a la acción directa, y, por más de seis meses, los trabajadores/as lucharon para lograr los salarios que exigía el gobierno.
En Sri Lanka, los afiliados de IndustriALL han exigido que el salario mínimo se aumente a 26.000 LKR (US$ 71) al mes. Los sindicatos han enviado varios memorándum al gobierno de Sri Lanka, pero éste todavía no ha cumplido con sus exigencias. Los afiliados están organizando programas de comedores comunitarios para hacer frente a la enorme inflación del precio de los alimentos. Los sindicatos también han salido a la calle en Nepal y Bangladesh, exigiendo que los gobiernos aborden la crisis salarial en medio de una tasa tan elevada de inflación, y que se pague un sueldo digno a los trabajadores/as.
La experiencia de los sindicatos de esa región ha demostrado que en los lugares de trabajo donde los trabajadores/as realizan negociaciones para establecer acuerdos de largo plazo sobre los sueldos y salarios, los empleadores demoran en aceptar los acuerdos propuestos, de modo que cuando finalmente se firma el convenio, el aumento salarial queda muy por detrás de la inflación, de modo que la fuerza de trabajo sale perdiendo.
Al otro lado del Océano Índico, en África Subsahariana, los trabajadores/as de los sectores textil y de la confección, en un 80% mujeres, han hecho campañas por salarios dignos, pero con poco éxito ya que los sueldos todavía siguen bajos.
Los principales países productores de textiles y prendas de vestir que exportan a EE.UU. bajo la Ley sobre Crecimiento y Oportunidades para África son Kenia, Lesoto, Madagascar, Mauricio, Tanzania, Sudáfrica, Ghana, Nigeria y Esuatini. Etiopía está suspendida debido a la guerra en la región de Tigray. Al igual que en el sur de Asia, los sueldos se estancaron aún más durante la pandemia de Covid-19, período en que algunas fábricas redujeron la producción o suspendieron sus operaciones. Al mismo tiempo, en la mayoría de los países el salario mínimo legal era inferior al sueldo que necesitaban los trabajadores/as para tener un nivel de vida decente.
Según los afiliados de IndustriALL en Etiopía, Madagascar y Zimbabue, los trabajadores/as ganan sueldos inferiores a US$ 2,15 al día. Con menos de US$ 30 al mes, Etiopía tiene los sueldos más bajos del mundo en la industria textil y de la confección. Muchas veces, los bajos sueldos se dan en el contexto de una falta de beneficios sociales y de seguridad social. Además, la mayoría de los empleadores que pagan sueldos bajos violan constantemente los derechos laborales de libertad de asociación y de negociación colectiva. Aunque se intimida a los trabajadores/as, presionándoles para que cumplan con las metas de producción, la fuerza de trabajo sigue mal remunerada.
“Nos tratan tan mal. Es increíble que después de trabajar como maquinista por 15 años, yo esté ganando el mismo sueldo que un principiante”, dijo un trabajador de Madagascar que gana 200.000 MGA, o US$ 46 al mes.
Frecuentemente se persigue a los delegados sindicales y sindicalistas, que llegan a ser blanco de despidos y otras formas de intimidación y acoso si exigen aumentos salariales. Además, las mujeres jóvenes enfrentan violencia y acoso de género, tal como se ha informado en Etiopía, Lesoto y Madagascar. Los supervisores aprovechan la crisis de bajos sueldos como oportunidad para explotar sexualmente a las trabajadoras y trabajadores, pidiendo sexo a cambio de sobretiempo y promoción a contratos permanentes. También es frecuente que en las entrevistas se pida sexo a cambio de contratos de trabajo, práctica que se ha denunciado en muchos países de esa región.
En Etiopía, las mujeres jóvenes suelen compartir el alojamiento, y es muy común que cuatro trabajadoras se ven obligadas a compartir una sola habitación para hacer que sus escasos ingresos alcancen hasta la próxima fecha en que reciben el sueldo. Esto se atribuye al modelo de bajos salarios que el país ha adoptado para atraer inversión extranjera directa.
En Zimbabue, donde los trabajadores/as pasan meses sin recibir sus sueldos, se han denunciado casos de robo y pago de un monto inferior al sueldo que se debe. Con una tasa de inflación alrededor de más de un 280%, más del 60% de la fuerza de trabajo gana menos de US$ 51 al día, según Zimbabwe Statistics, el organismo nacional encargado de la recopilación de datos. Y, lo peor de todo, algunas empresas cerraron, desapareciendo sin pagar a los trabajadores/as los sueldos ni beneficios por despido.
Los sindicatos siguen sus campañas de sindicalización y en favor de sueldos dignos, reforzando la negociación colectiva a nivel de las empresas y del sector, exigiendo que se establezca legalmente un sueldo que tome en cuenta las exigencias de los trabajadores/as, que piden un salario digno. Los sindicatos también combaten las condiciones laborales precarias y promueven el empleo directo de trabajadores permanentes. Además, combaten el trabajo a contrata, la subcontratación por intermediarios, y otras formas de empleo atípicas que contribuyen a la crisis de los bajos salarios. Los sindicatos exigen que se incluya el salario digno en los reglamentos sobre el salario mínimo.
En Esuatini y Lesoto, los trabajadores/as se han declarado en huelga y han establecido piquetes para exigir mejores sueldos en el sector textil y de la confección. En estos países, los salarios mínimos están por el suelo. Según la gaceta del gobierno de Lesoto, un maquinista gana 2307 LSL (US$ 126), en tanto en Esuatini gana 2000 SZL (US$ 109). En Esuatini, el gobierno confabula con las empresas, y las fuerzas de seguridad actúan con violencia contra los huelguistas, que incluye lanzar gas lacrimógeno contra los trabajadores/as e incendiar las casas de dirigentes sindicales.
Posibles estrategias para proteger a los trabajadores/as contra los sueldos bajos En Sudáfrica, en los sectores del vestuario y textil, el Sindicato de Trabajadores del Vestuario y Textil de Sudáfrica (SACTWU) ha logrado acuerdos con los concejos de negociación del sector y asociaciones de empleadores para combatir los sueldos miserables.
Políticas gubernamentales que promueven el programa de trabajo decente (crear puestos de trabajo, defender los derechos de los trabajadores/as, diálogo social, y protección social) también pueden ayudar en las campañas por salarios dignos. Para lograr mejorar los salarios, también es importante contar con sueldos mínimos legalmente establecidos que tomen en cuenta el costo de la vida y la tasa de inflación.
A nivel mundial, la iniciativa ACT es un acuerdo entre marcas mundiales y sindicatos que tiene como objetivo lograr salarios dignos en los sectores del textil, calzado, cuero y prendas de vestir, promoviendo la negociación colectiva e nivel sectorial, estrategia que se puede usar en favor de salarios dignos en el sur de Asia y África Subsahariana. En la actualidad, ACT se está aplicando en tres países productores de prendas de vestir: Bangladesh, Camboya y Turquía. En Bangladesh, se ha establecido un mecanismo para resolver conflictos, y se organizan reuniones con las marcas, la Asociación Nacional de Fabricantes y Exportadores de Prendas de Vestir de Bangladesh (BGMEA), y los sindicatos.
Además, en fábricas que proveen productos a empresas que han firmado Acuerdos Marco Globales (AMG) con IndustriALL Global Union, entre ellas Asos, H&M, Inditex y otras, se intenta establecer un diálogo social que permita mejorar salarios y condiciones de trabajo. El diálogo social y la negociación colectiva tienen como fin lograr niveles de vida dignos, promoviendo los derechos de los trabajadores/as en la cadena de suministro. Se cree que los AMG van a aliviar la crisis de bajos sueldos en algunos países como Mauricio y Madagascar, por influencia de las marcas que piden que sus proveedores mejoren los salarios.
Los AMG han sido útiles porque presionan a las marcas mundiales de prendas de vestir para que procuren que fabricantes en la región del sur de Asia entablen negociaciones con los sindicatos sobre mejoramiento de salarios, y pueden ayudar a desarrollar el poder de los sindicatos a través de la negociación colectiva.